En 1958, en el 'Gran Salto Adelante', con el que Mao Tse-tung pretendía transformar a China en una potencia económica, la agricultura era el principal sector del país. Las autoridades consideraron que uno de los principales enemigos de las cosechas de arroz eran los gorriones que, a millones, se alimentaban en sus campos.
Según los datos que manejaba el régimen, cada gorrión se comía más de 4 kilos de arroz al año, por lo que por cada millón de pájaros muertos habría arroz para alimentar a 60.000 personas. Sin consultar a experto alguno, Mao les declaró la guerra y ordenó su exterminio.
En la matanza participó toda la población con diversos procedimientos como cepos, trampas, y lanzamientos de hondas o venenos. Uno de los más utilizados entrañaba una particular crueldad: evitar que se posasen a descansar asustándolos hasta la que morían por agotamiento o golpeados por el suelo. La entrega de la población logró exterminarlos en pocos días, y se lanzaron loas ante tanta eficacia.
La siguiente cosecha de arroz demostró que el resultado había sido catastrófico: los insectos y las langostas se encargaron de arruinar la cosecha, lo que originó una hambruna bíblica que mató a unos 30 millones de personas. Un año después, el gobierno introdujo en secreto 200.000 gorriones de Rusia para arreglar el desaguisado ecológico de los lumbreras de Mao.
No hay comentarios:
Publicar un comentario