viernes, 31 de julio de 2015
¿Cómo dicen en Cuba “hacer una cubana”?
Exacto: Hacer una española. Todas las actividades sexuales depravadas -en el sentido católico, es decir, no vinculadas estrictamente con la reproducción- suelen adjudicarse a nacionalidades foráneas. Al fin y al cabo, ¿quién quiere imaginarse a su hermana o a su madre practicando una cubana? ¡Nein! Esas cochinadas sólo las hacen las extranjeras. Pero la fama de las españolas en esta disciplina no se limita a Cuba: la masturbación con los pechos también se denomina “hacer una española” en Italia, Alemania (“spanischer sex”) y Francia (“branlette espangole”). En Chile y en México, en cambio, se conoce como “hacer una rusa” y en Argentina, “hacer una turca”.
Ya puestos, ¿cómo denominan “hacer un francés” los franceses, esos envidiosos vecinos del norte, que no sólo vuelcan nuestros tomates sino que ¡acusan a nuestras mujeres de ser virtuosas en la masturbación con los senos!?“Faire une pipe”: fumar una pipa. Algo sabrán las francesas (y los franceses) de fumar pipas de carne, cuando no sólo los españoles, sino también los alemanes (“französischer Kuss”) conocen como “beso francés” la felación. Sin embargo, en el mundo anglosajón -y también en Chile, Turquía y Nigeria– el “french kiss” es algo mucho más casto: un beso con lengua (lo que explica que la película protagonizada por Kevin Kline no se tradujera en España como ‘Mamada’).
Una alternativa a la felación es el llamado “latín”, que es como el francés pero con la lengua muerta…
Más unanimidad existe con el asunto del sexo anal, que se denomina invariablemente “practicar el griego” en todo el mundo (salvo en Grecia, como es lógico, donde le dicen “hacerlo a la otomana”). Aquí la etimología es prístina: la conocida afición de los antiguos griegos por los efebos han convertido “el griego” en un genérico, como los clínex o la turmix, y a los griegos sin excepción en unos sodomitas, gentilicio por cierto procedente de la bíblica y sicalíptica localidad de Sodoma (¿qué diantres harían los gomorritas mientras sus vecinos se entregaban al placer anal?).
Más precisos aún son los chilenos, que al sexo anal le dicen “hacerlo por Detroit”, lo que me recuerda que en España se utiliza la expresión “te voy a poner mirando para Cuenca”, cuando la penetración tiene lugar por detrás (no necesariamente por el orto). Parece ser que se trata de una evolución localista de la frase “te voy a poner mirando hacia La Meca”, en referencia a la postura en la que rezan los musulmanes. Por cierto, que en Cuenca dicen “te voy a poner mirando para Teruel”, porque mirar a Cuenca sería… ¡tener visión 360°!
Amén de las variantes sexuales más o menos practicadas (o al menos conocidas) citadas hasta ahora, existen otras “denominaciones de origen” para actividades sexuales más exóticas. Por ejemplo, en Chile le dicen tener sexo “a la paraguaya” apracticar el coito de pie, mientras los alemanes denominan “hacer una italiana” a masturbar el pene con la axila de la compañera/o.
Lo de los alemanes y sus gentilicios sexuales es un tema a estudiar: que se sepa en ningún lugar se utiliza la frase “hacer un alemán” (lo que indica que el resto del mundo asume que los alemanes no follan), pero ellos tienen todo tipo de adjetivos para denominar variantes que ni al que suscribe estas líneas se le hubieran ocurrido. Por ejemplo, “hacer un albanés” es “presionar el pene detrás de la rodilla de la pareja”, lo que viene siendo en la corva. ¿Cómo se llama esta perversión en Albania? Si hay algún albanés entre los lectores que nos saque de dudas, por favor.
Las Naciones Unidas Venéreas
Si las prácticas sexuales contra natura suelen adjudicarse a los foráneos, ¡¿qué no será de las enfermedades venéreas, consecuencia indeseada de las prácticas pecaminosas?! La sífilis, la venérea por excelencia hasta que llegó el sida, siempre fue culpa de otros pueblos. Para los portugueses, italianos y holandeses era “el mal español”, el “morbo italiano” para los franceses, la “enfermedad cristiana” (así, generalizando) para los turcos, la“enfermedad polaca” para los rusos y el “morbo chino” para los japoneses de la era Sengoku, según recoge la docta Wikipedia. Como no podía ser de otra forma, en España la sífilis se conocía como “el mal portugués”.
No es la primera vez que a los españoles se nos acusa injustamente de extender una epidemia. De hecho, la mayor pandemia vírica de la historia, que mató a unos 50 millones de personas en 1917-20, fue llamada “gripe española” ¡y sólo porque los periódicos españoles fueron los únicos en informar de ella! Nada, nada: la sífilis, como las ladillas y los manteles, vienen de Portugal. Fijo.
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