Cuando no están secando las arcas públicas para ser rescatados, están ejecutando desahucios que se cuentan por cientos de miles desde el comienzo de la crisis. Si alguien ve ya el final del túnel, son ellos. Son banqueros, y a día de hoy, su popularidad no está precisamente por las nubes.
Su mala fama parece no tener fin. Si la lista Falciani deja bien claro que un banco suizo ayudó a más de uno a evadir impuestos, la aparición de la familia Botín dentro de esa lista no arregla las cosas: parece difícil encontrar a un banquero con las manos limpias.
Lo curioso es que esto siempre ha sido así. Obviamente, la crisis económica actual y la ingente cantidad de casos de corrupción en la que aparecen sus nombres en pleno 2015 han agravado las cosas. Pero, en realidad, su escasa popularidad (siendo generosos) tiene sus raíces en el Imperio Romano, nada más y nada menos.
Ya en el siglo II a.C. se encuentran referencias que no dejan precisamente a los banqueros como a unos héroes. Por aquel entonces, Catón el Viejo ya comparaba el acto de prestar dinero con el asesinato.
A pesar de los intereses abusivos que imponían los prestamistas en época romana (según las crónicas, el prestamista y asesino de Julio César, Bruto, prestaba dinero con un interés del 48%), su existencia era, como ahora, necesaria. Además, como en la actualidad, los ‘argentarii’ (banqueros) contaban con el apoyo de los líderes políticos de la época.
En realidad, la historia parece estar repitiéndose. Según el análisis del desarrollo económico de Roma llevado a cabo por el profesor del Wolfson College de Oxford Philip Kay, los ‘argentarii’ vivieron una época de esplendor tras la Segunda Guerra Púnica. Una época de bonanza económica que se contagió por todo el Imperio.
Tras la victoria militar, las arcas romanas se vieron regadas por toneladas de plata llegadas de Cartago. Como resultado, hubo un aumento de la cantidad de dinero en circulación y los ‘argentarii’ y otros adinerados personajes romanos no dudaron en dar créditos a todo el que los pedía.
La inversión en infraestructuras, en agricultura y en el comercio por el Mediterráneo vivían una época de esplendor. El dinero fluía y, según el profesor Kay, el PIB per cápita aumentó en la Roma del siglo I a.C. en un 72%.
No ha cambiado (casi) nada
Si aún cuesta ver la similitud entre la época de vacas gordas del Imperio Romano y los momentos de esplendor económico que precedieron a la crisis actual, solo hay que fijarse en el reparto desigual del crecimiento económico y la catástrofe posterior: los ricos y los banqueros vieron cómo mejoraba su economía en un 500% mientras que para los demás la mejora económica se quedó en un 77%. El reparto del varapalo económico también fue desigual, pero no en el mismo sentido. Sorprendente, ¿verdad?
Roma perdió territorios en Asia y la catástrofe llegó. Si los bancos cortaron el grifo al comenzar la crisis que vivimos actualmente, los ‘argentarii’ hicieron lo propio cuando el Imperio perdió sus inversiones en los territorios caídos: la fluidez de los créditos murió y la recesión hizo acto de presencia. No, aunque lo parezca, no hablamos del año 2008, sino del siglo I a.C.
Hay dos diferencias principales entre la recesión romana y la que arrancó en 2008: por una parte, una estuvo causada por cuestiones bélicas y la actual, al menos en nuestro país, tiene que ver con la guerra del ladrillo. Por otro lado, la gestión de una y otra crisis tienen poco que ver.
Si en 2015 algunos dicen ver la luz al final del túnel (casualmente, banqueros y grandes empresarios), mientras se siguen ejecutando desahucios y el paro continúa por encima del 20%, puede que las medidas tomadas por los líderes romanos para reactivar la economía gustaran a más de uno en el día de hoy.
Los cónsules Sila y Pompeyo Rufo promovieron una ley que permitía la devolución parcial de las deudas y, además, confiscaron las propiedades de los romanos más ricos. Años más tarde, el emperador Tiberio decidió estimular la circulación de dinero realizando préstamos sin intereses. ¡Sin intereses!
En 2015, los ciudadanos no parecemos tener otra opción que esperar a que el sistema financiero y las cuentas de los banqueros se recuperen para poder decirle adiós a la crisis, pero hace siglos los líderes plantearon otras alternativas. Aunque, eso sí, en esta historia parece haber siempre un punto en común: banqueros o ‘argentarii’, prestamistas del siglo XXI o usureros romanos, los señores que prestan dinero para cobrar intereses no han tenido nunca buena fama.
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Con información de HistoryToday, Wikipedia y Actibva
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