miércoles, 17 de diciembre de 2014

pavo cena navidad

La gloria de los pavos, por José Antonio Illanes

Yo recuerdo con verdadera nostalgia aquellas Navidades montellaneras de hace solo unos años, las de antes de la crisis, cuando nos hartábamos de polvorones, perrunas, tortas de hornazo… turrones… pavos… Porque las de ahora son distintas, más pedantes y tristes. Ahora nos hinchamos de índices económicos, primas de riesgo, intereses de la deuda, cifras de paro, noticias manipuladas… Y eso además de provocar ardores ni cunde ni alimenta, son solo palabras, de modo que algunos tenemos la boca como aquel pobre Buscón don Pablos, que de no abrirla para comer los médicos se la mandaron limpiar con zorras, como a los retablos.
Con las Navidades de la crisis, los únicos que están contentos son los bancos y los pavos, y en Montellano ni los bancos, que allí solo vamos a sacar y no a meter. Pero los pavos viven una gloriosa década de oro, paz, esplendor y glugluteos poéticos sin miedo a ejecuciones masivas. La crisis ha sido una bendición para ellos. Antes oían una pandereta y les temblaban los cañones de las plumas. Ahora las oyen y les pasa como a mí cuando escucho a Marhuenda, que hasta bostezo de indiferencia y aburrimiento. Estoy seguro de que si los pavos votaran lo harían masivamente al Pepé S.A., que ha sido el mayor benefactor de la especie desde que España es España.
Yo creo que en Montellano, tal y como está la cosa, hasta puede haber pavos que mueran de viejos, suceso inaudito en nuestra historia, pero posible si la crisis persiste. Eso de coger un pavo de campo vivo y moqueando y cortarle el pescuezo el 24 a mediodía y servirlo por la noche en salsa de almendra, se acabó. Ahora los más pudientes podrán catar si acaso una lonchita envasada al vacío, que a saber si es avestruz. Y el jamón ni mentarlo. Si los cochinos de bellota votaran, ya pueden imaginar quién sería su candidato. Y lo mismo los langostinos, los percebes, las ostras y las gambas de Huelva, que menos mal, porque son millones y millones y siempre ganarían los mismos.
El otro día oí a Mariano anunciar el final de la crisis y pensé en los pavos, tan felices ahora, libres de matanzas y persecuciones por muchas Navidades todavía. Se llevarían un buen susto al oírlo, y en 2015, año de elecciones, van a estar con el alma en un vilo oyendo ese mensaje a diario, pero creo que pueden dormir tranquilos. Por suerte para ellos y por desgracia para nosotros, los pavos estarán ausentes de nuestras mesas durante mucho, mucho tiempo. Espero que cuando llegue la hora no ocurra lo mismo con el sentido común.