“Vademécum
de exhortaciones para niños probos”, por don Mariano Liendres
Marhuenda, maestro de primaria y celebrado redactor de hojas
parroquiales.
“Queridos niños: Como todos habéis visto y oído, Pepito Illanes ha entrado en clase gritando “¡Viva España!”, saludable grito extraño en él y que conduce a la inevitable sospecha. Interrogado por tal postura, argumenta que lo hizo porque al fin España es primera en el mundo: ha leído en la prensa –seguramente republicana-, que en España hay 10.000 aforados, mientras que en Alemania, EE.UU y Reino unido, ninguno, y en Italia y Portugal, uno.
“Queridos niños: Como todos habéis visto y oído, Pepito Illanes ha entrado en clase gritando “¡Viva España!”, saludable grito extraño en él y que conduce a la inevitable sospecha. Interrogado por tal postura, argumenta que lo hizo porque al fin España es primera en el mundo: ha leído en la prensa –seguramente republicana-, que en España hay 10.000 aforados, mientras que en Alemania, EE.UU y Reino unido, ninguno, y en Italia y Portugal, uno.
Esta vez no le impongo castigo alguno porque lleva razón. Es motivo de
orgullo y tranquilidad que nuestros padres de la patria sean juzgados
por magistrados libres de sospecha y no por jueces de oposición que a
saber si copiaron en el examen o si sus padres fueron republicanos. La
figura del político aforado es necesaria en España. Y es más, deberían
estar aforados hasta los banqueros. ¿Por qué? Se preguntarán vuestras
curiosas cabecitas. Muy sencillo: porque la indivisible España, aunque
nos duela, es la cuna de la envidia. Aquí nació Caín, aunque no lo ponga
en la Biblia.
Resulta espantable imaginar que solo por envidia y maledicencia, un honrado senador, por ejemplo, sea acusado de fraude al fisco, de cobrar en B, de trincar comisiones, de tener dinero en Suiza o de andar con mujeres de la vida, que la maldad fecunda la imaginación, y verse el pobrecillo en el trance de ser arrastrado a unos juzgados de barrio, abucheado por un populacho bolchevique, escarnecido por la chusma como vulgar tonadillera y expuesto al subjetivo criterio de un jurado popular de escabrosa ideología. Si esto ocurriera, el 99% de los políticos juzgados serían declarados culpables.
¿Y qué haríamos con la mitad de los políticos encarcelados injustamente? ¿Cómo se gobernaría la indivisible España? ¿En qué quedaría esta Alemania del sur donde la gente ríe por las calles porque es feliz? ¿Otra vez la anarquía roja que tanta sangre costó a la patria? Imposible. Los grandes políticos deben ser juzgados por grandes jueces a la altura de las circunstancias, libres de sospecha, impolutos en su moral, valientes, imparciales y, en una palabra, incorruptibles. Por eso deben estar aforados.
De la exhortación de hoy debéis sacar una conclusión: estudiad mucho a ver si algún día podéis ser aforados, porque ese día estaréis a salvo de la injusticia. Y como Pepito Illanes se ha portado bien, lo vamos a recompensar con diez tardes en la penumbra de la capilla, a salvo de los tumultos del patio, rezando por nuestros aforados políticos, a ver si la Virgen del Rocío hace un milagro y entre todos logramos encarrucharlo.”
Resulta espantable imaginar que solo por envidia y maledicencia, un honrado senador, por ejemplo, sea acusado de fraude al fisco, de cobrar en B, de trincar comisiones, de tener dinero en Suiza o de andar con mujeres de la vida, que la maldad fecunda la imaginación, y verse el pobrecillo en el trance de ser arrastrado a unos juzgados de barrio, abucheado por un populacho bolchevique, escarnecido por la chusma como vulgar tonadillera y expuesto al subjetivo criterio de un jurado popular de escabrosa ideología. Si esto ocurriera, el 99% de los políticos juzgados serían declarados culpables.
¿Y qué haríamos con la mitad de los políticos encarcelados injustamente? ¿Cómo se gobernaría la indivisible España? ¿En qué quedaría esta Alemania del sur donde la gente ríe por las calles porque es feliz? ¿Otra vez la anarquía roja que tanta sangre costó a la patria? Imposible. Los grandes políticos deben ser juzgados por grandes jueces a la altura de las circunstancias, libres de sospecha, impolutos en su moral, valientes, imparciales y, en una palabra, incorruptibles. Por eso deben estar aforados.
De la exhortación de hoy debéis sacar una conclusión: estudiad mucho a ver si algún día podéis ser aforados, porque ese día estaréis a salvo de la injusticia. Y como Pepito Illanes se ha portado bien, lo vamos a recompensar con diez tardes en la penumbra de la capilla, a salvo de los tumultos del patio, rezando por nuestros aforados políticos, a ver si la Virgen del Rocío hace un milagro y entre todos logramos encarrucharlo.”