jueves, 15 de mayo de 2014

PP y PSOE acuerdan 'dormir' la campaña para una mayor abstención



Lo han pactado. Ni banderolas ondeando en las calles ni mítines multitudinarios a base de bolis y bocatas. Nada de levantar la voz, no se fuera a despertar el personal y se le ocurriera votar a los mindunguis... La última excusa la ha encontrado el PP en el asesinato de Isabel Carrasco. Todo con tal de que la gente, la indecisa sobre todo, se olvide de las elecciones. Al PP le puede ir bien. Al PSOE le puede llevar al desastre.


Mitin del PP en Leganés, esta semana


Han asumido definitivamente la debacle electoral que van a sufrir en las europeas, y su única preocupación es hacer lo posible por enmascararla para que se note menos, con la ayuda de los grandes medios de comunicación. Y para ello, nada mejor que una campaña 'aburrida' para que la gente se quede en casa el día 25.

Cuanta menor participación, el porcentaje de votos de cada partido aumenta porque se calcula sobre los votos emitidos, no sobre el número total de electores. De esta forma, según el último sondeo del CIS, la victoria en estas elecciones la podría lograr el partido que alcance el apoyo de un 13% del censo, mientras que la información que darán los medios será que ha ganado con un 34% (de los votos emitidos).

Pero el acuerdo de PP y PSOE es mucho más miserable y atenta contra los principios básicos de cualquier democracia. "La reactivación del voto podría terminar por incrementar las opciones de terceros grupos políticos, algo que les inquieta, miserablemente, por encima de cualquier otra consideración", afirma Soledad Gallego-Díaz.

PP y PSOE tienen suficiente con los votos de su electorado fiel, ese colectivo de borregos que llevan décadas con su papeleta rancia pegada a la mano y que nunca cambiarán su voto, como tampoco cambian de peinado. En ese escenario, el PP saldrá ganando y el PSOE seguirá su imparable camino hacia la irrelevancia política.

Como dice Miguel Ángel Aguilar, "después del café sin cafeína o de la cerveza sin alcohol, ahora nos encaminamos, mediante un extravagante consenso forjado entre algunos de los grandes partidos, hacia una nueva modalidad de elecciones sin votantes o con cuantos menos votantes mejor".



Ilustración de Jacques Cardon