sábado, 26 de abril de 2014

AZNARKAMON I EL TONTO


AZNARKAMON I EL TONTO
En este criadero de mediocres que ha sido y es la cloacocracia española, destaca como alcachofa en huerta desaliñada don José María Alfredo Aznar López, alias Jozemari, viva imagen de la momia de Ramsés II el Grande, a quien debe admirar y pretende imitar, según se desprende de su reciente entrevista en La Vanguardia.
Jozemari nos tiene acostumbrados a frases dignas de figurar en películas de Torrente, y que en España, por mor de nuestra desnutrición cultural, despiertan solemnidad al oírlas, por ejemplo, las de corte bíblico: “Yo soy el milagro”, o las de estilo profético: “O gobierna el PP o habrá riesgo real para el futuro de España”, y las de género campechano: “El otro día, en Canadá, durante la cumbre del G-8, estaba con el presidente Bush cuando este puso los pies encima de la mesa y me preguntó...”
Ahora, en La Vanguardia, Jozemari, como albañil en barra de bar, va y suelta una de corte proletario: “Me cuesta mucho ganarme honradamente la vida y pago hasta el último de mis impuestos”. Conviene recordar que Jozemari es un currante que mete mano a todo. Por asesorar a media docena de multinacionales cobra 200.000 al año, por cada conferencia entre 40.000 y 90.000, por expresidente 75.000, solo por charlas y libros –ahí se ve el nivel intelectual del rebaño-, lleva acumulados 2,2 millones, desbancando a Belén Esteban, que ya es, y encima sermonea en universidades, a lo mejor hasta de Filosofía y con los pies en la mesa...
Y es cicatero y hormiguita, no como su colega Ramsés, que tiraba la pasta en tumbas y oropeles, no, que Jozemari empezó una empresita familiar en 2004 con 3.000 euros y en 2009 ya tenían beneficios de 400.000, y 300.000 en caja, y 900.000 en inversiones financieras –de calidad, no preferentes-, en fin, que ese capital cuesta sudarlo. En la entrevista dice verdades como puños, como que no quiere lápidas ni panteones, que no le gustan las tumbas –ahí coincidimos por primera vez-, pero al hablar de la parienta, también es normal, se la coge con papel de fumar, miente descaradamente y sostiene que cuando viaja la echa en falta, que le gustaría tenerla al lado, pero que así es el trabajo duro. Hay que currar pa comer, lo siento, Anita, hija, no hay más remedio.
La entrevista es para mear y no echar gota, pero pone los pelos como escarpias al afirmar –Ramsés pensaba igual-, que lo importante en política es una continuidad ideológica, que no haya bandazos, ni empezar de cero cada cuatro años, que así nos va con esos cortes históricos. O sea, que lo ideal para Jozemari serían 40 años de aznarismo. Ininterrumpidos. Así es Jozemari, un aspirante a faraón con punzadas megalómanas, tan largo de suerte como corto de luces, un tontolinato –tonto ab initio- que infunde miedo al pensar en lo que aspira.