La Historia de la humanidad está plagada de pequeñas y, en muchos casos,
poco conocidas anécdotas que han tenido una gran influencia en los
acontecimientos posteriores. El caso de España no iba a ser una
excepción, donde una simple bofetada desencadenó las tres guerras
civiles que sacudieron el país en el siglo XIX.
Todo sucedió cuando en septiembre de 1832, Francisco Tadeo Calomarde,
ministro de Gracia y Justicia de Fernando VII consiguió que el enfermo
rey firmase un documento que
restauraba la Ley Sálica. Esta decisión habría supuesto que, a la muerte
del rey, habría accedido al trono su hermano Carlos María Isidro de
Borbón, en lugar de su hija Isabel.
Tras conocer la noticia, Luisa Carlota de Borbón-Dos Sicilias, hermana de la reina María Cristina de Borbón, y a su vez casada con el hermano menor del rey, se presentó en la corte decidida a cambiar la situación. Unos meses después de
su llegada, la infanta aprovechó una breve mejoría del agonizante rey
para conseguir que firmase un real decreto que abolía definitivamente la
Ley Sálica.
Alertado de la maniobra de Luisa Carlota de Borbón, Calomarde se
presentó en las estancias reales y trató de arrebatar el decreto de las
manos de la infanta. Sin embargo, ella le contestó con unas sonoras
bofetadas. Ante el pasmo de la reina y los cortesanos que habían sido
testigos de la ofensa, el ministro respondió con una frase que ya ha
pasado a la historia: «manos blancas no ofenden». Lejos de dejar correr
el incidente, hay quien asegura que Luisa Carlota le respondió «pero
hacen daño».
El resto, ya es historia bien conocida. Tras este suceso, Fernando VII
no volvió a recuperar la consciencia y el decreto de abolición se
promulgó el 31 de diciembre de 1832, lo que convertía a su hija Isabel
en la futura reina de España.
El infante Carlos se negó a reconocer a Isabel como Princesa de
Asturias, por lo que fue desterrado a Portugal, donde se proclamó rey
como Carlos V con el apoyo de los «apostólicos», que desde entonces
serán llamados «carlistas».
Tras la muerte de Fernando VII, el 29 de septiembre de 1833, su hija de
tres años se convirtió en Isabel II de España bajo la regencia de su
madre María Cristina, hecho que dividió al país y dio comienzo a la Primera Guerra Carlista.
Por su parte, Luisa Carlota de Borbón acabó distanciándose de su hermana María Cristina
tras participar en varias intrigas encaminadas a conseguir casar a dos
de sus hijos con las hijas de la reina regente. Exiliada en París,
financió diversos libelos publicados en Madrid y destinados a criticar a
su hermana.
Finalmente, y pese a la oposición de María Crisitina, el 10 de octubre
de 1846, Isabel II contrajo matrimonio con su primo hermano Francisco de
Asís de Borbón, tercer hijo de Luisa Carlota. Sin embargo, la
infanta,que había fallecido dos años antes a los 39 años, no pudo ser
testigo de la ceremonia que ponía punto y final a un plan iniciado trece
años atrás con una simple bofetada.