domingo, 26 de enero de 2014
8 iconos españoles más vascos que el bacalao al pil-pil
Si hace poco vimos que detrás de muchos iconos que creíamos 100 % españoles hay una mano extranjera, es hora de desenmascarar a esos símbolos patrios que en realidad son tan vascos como el txakoli o los bertsos. Porque si te creías que no hay nada más typical spanish que esa postal con una joven gitana flamenca, que decora el bar donde juegas al mus con García el esmirriao y sus hermanos mientras vais picando trozos de tortilla de patata, tengo noticias para ti: Estás rodeado de elementos de origen vasco.
La tortilla de patata
En España existen dos tipos de tortilla de título indisputable: la tortilla francesa, únicamente de huevo batido, y la española, de huevo con patatas. Y luego están todas las demás combinaciones de huevo con lo que sea que pillemos en el frigorífico.
Y al parecer, la tortilla de patata es de origen vasco. Cuenta la leyenda que fue el general carlista Tomás de Zumalakarregi quien inventó la tortilla de patatas, un plato sencillo, rápido y nutritivo con el que alimentar y fortalecer al ejército carlista durante el sitio de Bilbao (1835-36). Así, la tortilla de patata empezó a difundirse durante las primeras guerras carlistas hasta convertirse en un plato típico de la gastronomía vasca y española.
Aun así, a pesar de la leyenda, es lógico pensar que desde que la patata aterrizó en España y toda Europa, ya habría habido alguna ama de casa en el país a quien se le hubiera ocurrido mezclar con el huevo tan novedosos tubérculo venido de ultramar, aunque solo fuera una vez y a modo de experimento.
El apellido García
Párate a pensar un momento, ¿cuántas personas conoces que se apelliden García? Un montón, seguro. Desde personajes públicos hasta compañeros de trabajo y amigos. Es más, probablemente tú también tengas ese apellido entre tus ocho primeros. Y es que García es el apellido más común en España, hay alrededor de millón y medio de Garcías repartidos por todo el país, lo que supone un 3,56 % de la población.
Pero en realidad, García es un apellido de origen vasco. Proviene del nombre propio vasco medieval Garçea, que con el tiempo acabó convirtiéndose en apellido. Las primeras referencias se remontan al año 789 en la Baja Navarra, región vasco-francesa.
No obstante, no quiere decir que todos los Garcías España pertenezcan al mismo linaje y compartan la misma sangre. Al tratarse de un antropónimo o nombre propio convertido en apellido, existen en el país multitud de ramas García con orígenes y armas muy diferentes.
La bailaora flamenca de las postales de las tiendas de suvenires
Quizá no exista icono más unido a nuestra patria que una bailaora flamenca estampada en una postal o que posa en forma de muñeca encima de la televisión; ese recuerdo tan castizo que los turistas extranjeros se llevan a casa o regalan a sus familiares y amigos.
Pero resulta que esa flamenca que empezó a aparecer en las postales de las tiendas de suvenires de España a partir de finales de los años sesenta poco tiene de andaluza o gitana, pues es vasca de pura cepa. Se trata de Arantxa Arzak, una donostiarra con un arte increíble sobre el tablao flamenco y cuyas fotos fueron utilizadas para crear estas postales.
La foto de la entonces joven de 16 años que aparece en miles de recuerdos fue tomada en la sala de fiestas “El Relicario” de Lloret de Mar, donde había ido con su primer trabajo para triunfar en el mundo del baile español. A partir de ahí, las postales con la foto de Arantxa empezaron a venderse por todas las tiendas de suvenires españolas, pudiéndose encontrar todavía hoy en día en muchas de ellas. Y nunca recibió un duro por ello.
La palabra “guiri”
Se nos llena la boca de orgullo español cada vez que usamos la palabra “guiri” para referirnos a los turistas extranjeros: hombres y mujeres achicharrándose su pálida piel sobre la arena mediterránea o tomados por la euforia de nuestros excelentes caldos y demás elixires nocturnos.
Sin embargo, un siglo antes los vascos ya usaban esa palabra en un contexto parecido. Los carlistas (partidarios de Carlos María Isidro de Borbón, hermano de Fernando VII) llamaban despectivamente guiristinos (cristinos) a los liberales, los partidarios de la reina María Cristina de Borbón (viuda de Fernando VII y madre de la futura Isabel II), durante la Primera Guerra Carlista (1833-1840). Los carlistas veían a los “cristinos” como “los otros”, “los extranjeros”, que querían usurpar su Real objetivo.
Un siglo después, en los años 60, los primeros turistas extranjeros empezaron a visitar España; eran unos turistas de mentalidad europea que chocaba con la concepción tradicional que se mantenía en el país durante el franquismo, de ahí que la tradicional España –igual que los carlistas- rescatara el término guiri (abreviación de guiristino) para llamar a esos turistas tan extraños y ajenos, como los propios liberales.
El TALGO
¿Sabías que TALGO es el acrónimo de Tren Articulado Ligero Goicoechea Oriol? Así es, posiblemente el invento español más proyectado internacionalmente durante el franquismo, el catalogado como el más alto exponente de la tecnología española, es vasco como un zurrón. Debe su nombre a su diseñador, el guipuzcoano Alejandro Goicoechea, y al financiero bilbaíno que puso los dineros para su materialización, José Luis Oriol Urigüen.
El primer modelo fue fabricado en los talleres Hijos de Juan Garay, en Oñate (Guipúzcoa), para luego mandarse a EEUU donde fliparon literalmente con su diseño de cabeza de tiburón. Allí se construyeron los trenes (en España no había la tecnología necesaria) bajo la supervisión de ingenieros vascos, para luego ser trasladados a España en barco y convertirse en la cabeza de lanza de promoción del turismo que fecundara nuestras costas.
Así, el caudillo Francisco Franco inauguraba su primer servicio con un trayecto entre Madrid y Valladolid el 2 de marzo de 1950, para comenzar un viaje que hoy sigue raudo con los modelos para alta velocidad que pueblan nuestras vías. Aunque por el camino se han quedado viejos y recordados modelos, como ese entrañable Talgo III, el de la franja roja y el exterior de chapa ondulada, que incluso cambió la forma en que nos referíamos a los trenes: “No he venido en el tren; he venido en el Talgo”.
El mus
Un bar, cuatro hombres sentados en una mesa fumando cigarrillos y puros uno tras otro, bebiendo vinos y jugando al mus. Una estampa que se ha repetido –hasta la llegada de la ley antitabaco- en innumerables tascas del país. Pero el célebre juego de naipes que incluso ha cruzado el Atlántico tiene su origen entre las verdes montañas vascas.
El mus ya se jugaba en el País Vasco allá por el siglo XVIII y con los años, se fue extendiendo poco a poco por el resto de la Península, con diversas variaciones en la baraja y las reglas.
Se dice que el nombre “mus” deriva del euskera, musu (que puede significar beso, hocico, cara, labios o visaje) o mustur (morro), empleados para hacer señas entre las parejas para comunicar las cartas; aunque el diccionario crítico etimológico de la lengua castellana de Joan Corominas y el diccionario de la Real Academia de la Lengua Española afirman que la palabra mus proviene de mux, euskera, y esta, a su vez, de mouche, mosca, en francés.
The Ibiza Style: KU, la discoteca más grande del mundo
Si existe un icono de la marcha española a nivel mundial, ese galardón debería caer sobre una discoteca. Y la más impresionante que ha conocido persona con cubata en mano está bautizada con la K de kilo, desde que en 1978 la crearan tres jóvenes socios vascos, que hicieron de ese local un buque insignia de esta isla, una completa fuente de inspiración para el mundo.
José Luis Anabitarte (Gorri), Javier Iturrioz y José Antonio Santamaría desembarcaron en la isla y compraron un jardín rústico conocido como el “Club San Rafael” donde edificarían su sueño a partir de una piscina y un pequeño restaurante, siendo renombrado como KU (el dios hawaiano de la guerra y la muerte) en honor a una pequeña discoteca donostiarra que ya existía en las laderas del Monte Igeldo de San Sebastián.
Durante los años 80 fue considerado como el club de más prestigio del orbe y, posteriormente, fue nombrado por el Libro Guinness de los Records como la mayor discoteca del mundo. Y sus fiestas se hicieron tan famosas que todos intentaron reproducir lo que allí sucedía. La pólvora terminaría en fuego cuando en 1987 cuatro DJ’S británicos visitan la isla y se enamoran de la libertad de este local, regresando a Londres para popularizar la música dance y el trance inspirado en Ibiza y en el ácido por bandera, creándose el fenómeno clubbing.
Hasta que todo saltó por los aires en 1993, cuando la víspera de la Tamborrada de San Sebastián, uno de los propietarios, José Antonio Santamaría, se encontraba cenando en la sociedad gastronómica Gaztelupe y dos sicarios de ETA entraron en el local para asesinarle de un tiro en la nuca, por unos rumores publicados por el diario Egin en el que se le relacionaba con temas de narcotráfico. Este se encontraba de espaldas a la entrada del local y no vio llegar a sus verdugos.
“¡Campeones! ¡Campeones! ¡Oé, oé, oé!”
Seguro que tú también lo has cantado a pleno pulmón en algún momento de tu vida; bien cuando tus amigos y tú ganasteis la final de la liguilla de fútbol siete de vuestra ciudad o cuando La Roja se alzó con el título mundial y se desató vuestro orgullo patrio.
Sin embargo, este famoso cántico que se entona con euforia tras las victorias deportivas a lo largo y ancho del país, tiene su origen en el País Vasco, concretamente en el ya desaparecido estadio de Atotxa, tras la segunda victoria de liga consecutiva de la Real Sociedad en 1982.
Lo que los aficionados de la Real en realidad cantaban era “Txapeldunak, txapeldunak! Hobe, hobe, hobe!” (campeones, campeones; mejor, mejor, mejor). Con los años y con el griterío de la grada, el hobé se difuminó en oé, y los que desconocían el euskera o se sentían más cómodos hablando español, optaron por gritar el “campeones”. Y así, el cántico se fue difundiendo por los estadios de todo el país hasta convertirse en uno más de los himnos populares de los vencedores.
Fuentes: Qué aprendemos hoy, Toniface, Wikipedia, Yorokobu, Euskomedia
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