Después de un año muy corto, si es verdad que echando la vista atrás el espacio ha cambiado, ya podemos decir que tenemos unas gradas con sus sillas, sonido, luces y telones. Pero con ellos empezamos Cerrado Por Obra y con mucho miedo. No había de nada, una nave casi vacía, y aun así revolucionaron La Panificadora dándole uso a cada uno de sus rincones, permitiéndonos así que la centena de personas -muchas desconocidas, ahora fijas y amigas-, que pasaron aquella noche fría por nuestro espacio conocieran lo que estábamos haciendo. Un público que se mantiene hasta hoy después de las 17 representaciones que se han realizado y por ello nunca nos cansaremos de decir ante todo GRACIAS, por todo el apoyo y la ayuda, tanto de Compañías como Asociaciones, colectivos y amigos en general que nos estáis permitiendo que el proyecto crezca cada día.
Cerrado por Obra nos llegó con una nueva y fuerte propuesta, mostrando una buena evolución y es lógica si nos damos una vuelta por su perfil y vemos que no paran: con un segundo Certamen Internacional de Teatro Joven que podemos ver como se consolida y fortalece pese a las adversidades, además de varias obras teatrales propias, talleres,… Un pueblo vivo que se alimenta de cultura por buen teatro, y todo gracias a la labor de estos chavales de Mairena del Alcór.
El pasado sábado llegó a nuestra Panificadora “Nadie” obra escrita y dirigida por Juan José Morales Acosta que nos presenta a través de lo cotidiano a una familia condenada y a un reino en ruinas, cogiendo el testigo desde Edipo, cruzando el Mediterráneo y veinte siglos. Una casa sin paredes con el silencio interrumpido de lo cotidiano, cuatro lobos en su madriguera y una losa que los aplasta. Un padre desesperado por su miseria, frustrado por su propio contagio, interrumpe a ciegas en la noche para convertirse en el monstruo al que todo niño teme cuando no hay luz. Un hijo que sueña con la esperanza y se despierta, que ha aprendido a sanarse con la escritura y que lucha contra el monstruo por encima de todo, aunque tenga que convertirse en aquello que tanto odia y teme a la vez. Una madre rendida, sosteniendo su mundo y a punto de darse contra el suelo, maquilla, limpia y produce para Nadie, refugiada en el recuerdo de un pasado mejor, se convierte en el objetivo principal de la violencia, de la catarsis, recordando a ese prototipo de mujer de la obra de Luis Riaza. Y Manuel que ama por encima de todo, se esconde del monstruo y dibuja como su padre y en el rojo que advierte el peligro. Es la conquista del espectador y el alivio envenenado de la “mala suerte” que se observa. Él prefiere el suelo que lo protege, al aire gastado y sucio de la superficie violenta.
Una emocionante obra que destaca por sus detalles interpretativos, por el desnudo de realidad y por esa reiterada condenación humana como motor conflictivo. Una música que recuerda al pasado y que juega con esa atemporalidad del personaje y una escenografía de casa de muñecas recortables que recuerda a la infancia y que ya antecede al juego del desnudo, del vacío, conjugando de maravilla con la realidad de esta familia.
Cerrado por Obra nos llegó con una nueva y fuerte propuesta, mostrando una buena evolución y es lógica si nos damos una vuelta por su perfil y vemos que no paran: con un segundo Certamen Internacional de Teatro Joven que podemos ver como se consolida y fortalece pese a las adversidades, además de varias obras teatrales propias, talleres,… Un pueblo vivo que se alimenta de cultura por buen teatro, y todo gracias a la labor de estos chavales de Mairena del Alcór.
El pasado sábado llegó a nuestra Panificadora “Nadie” obra escrita y dirigida por Juan José Morales Acosta que nos presenta a través de lo cotidiano a una familia condenada y a un reino en ruinas, cogiendo el testigo desde Edipo, cruzando el Mediterráneo y veinte siglos. Una casa sin paredes con el silencio interrumpido de lo cotidiano, cuatro lobos en su madriguera y una losa que los aplasta. Un padre desesperado por su miseria, frustrado por su propio contagio, interrumpe a ciegas en la noche para convertirse en el monstruo al que todo niño teme cuando no hay luz. Un hijo que sueña con la esperanza y se despierta, que ha aprendido a sanarse con la escritura y que lucha contra el monstruo por encima de todo, aunque tenga que convertirse en aquello que tanto odia y teme a la vez. Una madre rendida, sosteniendo su mundo y a punto de darse contra el suelo, maquilla, limpia y produce para Nadie, refugiada en el recuerdo de un pasado mejor, se convierte en el objetivo principal de la violencia, de la catarsis, recordando a ese prototipo de mujer de la obra de Luis Riaza. Y Manuel que ama por encima de todo, se esconde del monstruo y dibuja como su padre y en el rojo que advierte el peligro. Es la conquista del espectador y el alivio envenenado de la “mala suerte” que se observa. Él prefiere el suelo que lo protege, al aire gastado y sucio de la superficie violenta.
Una emocionante obra que destaca por sus detalles interpretativos, por el desnudo de realidad y por esa reiterada condenación humana como motor conflictivo. Una música que recuerda al pasado y que juega con esa atemporalidad del personaje y una escenografía de casa de muñecas recortables que recuerda a la infancia y que ya antecede al juego del desnudo, del vacío, conjugando de maravilla con la realidad de esta familia.