miércoles, 20 de noviembre de 2013
Granada se queda sin monumento a la Constitución y conserva el monolito fascista
Dice el equipo popular que Granada es la primera ciudad de Andalucía que tiene un monumento en homenaje al flamenco. También debe ser la única que conserva en un lugar privilegiado, la plaza de Bibataubín, un monolito dedicado a la memoria de Primo de Rivera. El gobierno municipal se ha negado a retirarlo pese a las insistentes quejas de la oposición y de colectivos ciudadanos, que consideran la escultura una exaltación del franquismo y han criticado la falta de valores democráticos del PP granadino. El monolito en cuestión representa el saludo fascista de cinco manos bajo un águila imperial. Su principal defensor, el presidente del PP, presidente de la Diputación y senador Sebastián Pérez, argumenta que se trata de una “obra de arte” y afirma que el hecho de que recuerde al fundador de la Falange no tiene nada que ver con su calidad artística”. “Como si estuviera dedicado a Concha Piquer, lo importante es el valor que tiene”, llegó a afirmar Sebastián Pérez en plena refriega política a causa del monolito.
La desaparición del monumento a la Constitución ha pasado sin pena ni gloria. Nadie ha recordado que en el lugar en el que el PP ha colocado la escultura al flamenco existió, durante casi tres décadas, el homenaje a la Carta Magna. El conjunto escultórico no era gran cosa. Muchos granadinos lo criticaban porque rememoraba un panteón, pero formaba parte del paisaje urbano de los Jardines del Violón. A simple vista, nada sugería que pudiera tratarse de un homenaje a la Constitución, salvo por la leyenda que se podía leer en la escultura: “Granada, a la Constitución española”. Por causas inescrutables, el equipo popular decidió aprovechar las obras para retirarlo con la promesa de que lo cambiaría de ubicación cuando terminaran las obras del metropolitano, cosa que aún no ha sucedido.
Así que el emblema de los derechos y libertades de los españoles ha desaparecido del callejero granadino. Una gran escultura de diez metros de altura, formada por un cantaor, una bailaora con bata de cola remangada y un guitarrista, ocupa ahora su lugar. El Ayuntamiento de Granada quiere así reconocer la relación de la ciudad con un arte considerado como Patrimonio de la Humanidad. Nadie cuestiona que el Ayuntamiento dedique un homenaje al flamenco sino que el monumento se ubique en el lugar que simbolizaba, la igualdad, la libertad y la justicia mientras preserva una escultura de exaltación fascista.