El papa Francisco sigue revolucionando los cimientos de la Iglesia Católica. En una homilía reciente admitió que “la Tierra podría ser esférica”, en vez de plana. Para verificar la teoría, un grupo de expertos vaticanos se ha armado con las últimas tecnologías, como compases y cartabones, y se han puesto manos a la obra.
El Vaticano también podría estar en conversaciones con el gobierno de EE.UU. para alquilar cabo Cañaveral y lanzar desde allí a unos cuantos ángeles al espacio, para que hagan fotos fiables de nuestro planeta, “pero no por una sola cara”, como las que conocemos hasta ahora.
Francisco, tachado de izquierdista en numerosos medios por pedir a los políticos que garanticen “un trabajo digno, la educación y el cuidado de la salud” para sus ciudadanos, ha vuelto, con su teoría de la Tierra redonda, a encrespar los ánimos de la jerarquía católica. Así, mientras algunos cardenales apuestan directamente por quemarlo en la hoguera, otros se limitan a reírse de él (eso sí, en privado) y a señalar que “si la Tierra fuera redonda, nos caeríamos todos“. Lo cual no deja de tener su lógica.
