MIGUEL ANGEL Toledano 30/09/2013
Antes de iniciar el camino hacia el otoño, cuando los olivares, recién arados, se cargan de aceitunas, cuando se presiente una magnífica montanera en nuestras dehesasy ya junto al mar solo caminan los de siempre, hago acopio de los libros que he ido guardando para estos momentos de tránsito y, como casi siempre, me dejo arropar por alguno que deseo releer. Este año he escogido a Alexander Pushkin, el poeta y novelista ruso que murió en plena madurez dejando tras de sí un gran misterio que aún hoy no hemos logrado descifrar. La maldita mala suerte de Pushkin, que le hizo morir tan joven y de manera tan estúpida, exigía un culpable. Y todo el mundo decidió que fuese su esposa, así que durante un siglo fue la mujer más difamada de Rusia. El poeta conoció a Natalia Goncharova en una fiesta moscovita y la encontró tímida, hermosa. El, mientras tanto, gozaba de una pésima reputación y escribía versos. Los mediocres decían de él: "Su conducta es indigna de un hombre que habla el lenguaje de los dioses". Natalia no sabía aún que acabaría pagando un alto precio por haber nacido hermosa.
A pesar de todo, Pushkin creyó en aquella relación. "El amor es la pasión más extraña", escribió en el prefacio de su poema Poltava, en el que describe cómo la inocente María se enamora del viejo y achacoso Maseppa, el cosaco. Fue la respuesta que dio a las críticas que le dirigían, hablando de los numerosos casos en los que la fealdad e incluso la estupidez han sido preferidas a la juventud, a la inteligencia, a la belleza. Recordándoles las lecciones de la Mitología, de las Metamorfosis, Ovidio, de Leda, de Fidis y Pasífae, de Pigmalión, para reconocer que todos ellos son dignos de la poesía. "¡Y, cómo no, Otelo, el viejo que sedujo a Desdémona narrándole sus viajes y hazañas!".
Cuando el zar Nicolás I comenzó a codiciar a la mujer del poeta, éste solicitó abandonar la ciudad y poder irse a escribir en la paz que necesitaba lejos de Petesburgo, pero su ruego fue denegado. Después comenzarían a llegar los anónimos, las habladurías, los celos y, por fin, el duelo a muerte contra DIAnthes. Desplomado sobre la nieve, Alexander, rodeado de los amigos fieles y junto a Natalia, que no quería aceptar que pudiera morir de aquel modo, dijo adiós a sus ojos. Pushkin amaba la vida hasta morir por ella. La amaba de verdad, con furia, con alegría, con imprudencia, pero se dejó embaucar por los imbéciles de su época. En 1836 había escrito: "Recibe con indiferencia el loor y la calumnia, y no discutas con el necio".
* Profesor de Literatura
Antes de iniciar el camino hacia el otoño, cuando los olivares, recién arados, se cargan de aceitunas, cuando se presiente una magnífica montanera en nuestras dehesasy ya junto al mar solo caminan los de siempre, hago acopio de los libros que he ido guardando para estos momentos de tránsito y, como casi siempre, me dejo arropar por alguno que deseo releer. Este año he escogido a Alexander Pushkin, el poeta y novelista ruso que murió en plena madurez dejando tras de sí un gran misterio que aún hoy no hemos logrado descifrar. La maldita mala suerte de Pushkin, que le hizo morir tan joven y de manera tan estúpida, exigía un culpable. Y todo el mundo decidió que fuese su esposa, así que durante un siglo fue la mujer más difamada de Rusia. El poeta conoció a Natalia Goncharova en una fiesta moscovita y la encontró tímida, hermosa. El, mientras tanto, gozaba de una pésima reputación y escribía versos. Los mediocres decían de él: "Su conducta es indigna de un hombre que habla el lenguaje de los dioses". Natalia no sabía aún que acabaría pagando un alto precio por haber nacido hermosa.
A pesar de todo, Pushkin creyó en aquella relación. "El amor es la pasión más extraña", escribió en el prefacio de su poema Poltava, en el que describe cómo la inocente María se enamora del viejo y achacoso Maseppa, el cosaco. Fue la respuesta que dio a las críticas que le dirigían, hablando de los numerosos casos en los que la fealdad e incluso la estupidez han sido preferidas a la juventud, a la inteligencia, a la belleza. Recordándoles las lecciones de la Mitología, de las Metamorfosis, Ovidio, de Leda, de Fidis y Pasífae, de Pigmalión, para reconocer que todos ellos son dignos de la poesía. "¡Y, cómo no, Otelo, el viejo que sedujo a Desdémona narrándole sus viajes y hazañas!".
Cuando el zar Nicolás I comenzó a codiciar a la mujer del poeta, éste solicitó abandonar la ciudad y poder irse a escribir en la paz que necesitaba lejos de Petesburgo, pero su ruego fue denegado. Después comenzarían a llegar los anónimos, las habladurías, los celos y, por fin, el duelo a muerte contra DIAnthes. Desplomado sobre la nieve, Alexander, rodeado de los amigos fieles y junto a Natalia, que no quería aceptar que pudiera morir de aquel modo, dijo adiós a sus ojos. Pushkin amaba la vida hasta morir por ella. La amaba de verdad, con furia, con alegría, con imprudencia, pero se dejó embaucar por los imbéciles de su época. En 1836 había escrito: "Recibe con indiferencia el loor y la calumnia, y no discutas con el necio".
* Profesor de Literatura