Pepe Castro nació en Córdoba en 1947; ahora dirige la instrucción judicial que ha sentado en el banquillo a Jaume Matas, Iñaki Urdangarin y, probablemente, a la infanta Cristina
José Castro Aragón nació en Córdoba en 1947. Además de cordobés, es el primer juez en la Historia de España en imputar a un miembro de la Casa Real. Ayer lo hizo con la infanta Cristina de Borbón, la esposa de Iñaki Urdangarin. El juez José Castro Aragón no habla con la prensa. Lo hace con autos como este, en el que ha puesto contra las cuerdas nada más y nada menos que a la institución que sostiene la Jefatura del Estado en el Reino de España. Nada más y nada menos. Y es cordobés.El juez Castro es el titular del Juzgado de Instrucción número tres de Palma de Mallorca desde hace 23 años. Le gusta que le llamen Pepe Castro. Está divorciado y tiene una novia en Palma de Mallorca. Es padre de tres hijos, todos licenciados en Derecho. Ha sido un amante de las motos hasta que ha tenido que cambiarlas por el ejercicio físico por prescripción médica. Ahora ya no llega a la conocida como “cuesta de Urdangarin” [la entrada a los juzgados de Palma de Mallorca] subido encima de una motocicleta de gran cilindrada. Ahora lo hace en bicicleta o andando deprisa para evitar a los periodistas, a los que jamás, en sus 34 años como juez, ha concedido una entrevista. Nunca se le ha podido arrancar una declaración más allá de sus autos judiciales.
Pepe Castro fue funcionario de prisiones antes que juez. Inició su carrera en magistratura en el año 1976 y muy pronto se fue a Palma de Mallorca, donde reside desde 1985. Antes pasó por los juzgados de Dos Hermanas (Sevilla), Arrecife (Lanzarote) y Sabadell (Barcelona), por lo que abandonó Córdoba hace casi 40 años. Ahora vive en un adosado en Palma de Mallorca. Pepe Castro es muy aficionado al deporte. Aunque se confiese futbolero (es del Real Madrid) ha practicado Kendo, un deporte japonés de artes marciales que ha transmitido a sus hijos. Entre ellos se encuentra algún que otro campeón de Europa de esta práctica.
Cuentan y escriben los que lo conocen que el juez Castro es “implacable” en sus instrucciones. De hecho, recién estrenado en el Juzgado de Instrucción de Mallorca dirigió el conocido como caso Calviá, en el que llegó a sentar en el banquillo a un cargo público del PP por recibir sobornos. Este cargo fue finalmente condenado en la que está considerada como una de las instrucciones judiciales pioneras en este tipo de asuntos.
No está adscrito a ninguna asociación judicial (existen dos, una conservadora y otra progresista) y es admirado por sus compañeros de magistratura en Palma de Mallorca, tal y como han declarado a numerosos medios de comunicación nacionales. Su firmeza y su decisión le avalan, pese a haber tenido que enfrentarse a duras críticas. De hecho, salió indemne de una investigación abierta por el Consejo General del Poder Judicial (CGPJ) por las filtraciones a la prensa del caso Urdangarin.
En 2010 cayó en su despacho el caso Palma Arena. Y ahí saltó a la fama. Primero imputando al ex presidente de Baleares Jaume Matas, al que impuso una fianza de tres millones de euros para eludir la cárcel. Después, abriendo una pieza separada del caso Palma Arena por la desviación de dinero público para usos no justificados. Es lo que ha acabado conociéndose como caso Noos. Antes de la Navidad de 2011 imputó a Iñaki Urdangarin. Ayer imputó a la infanta Cristina de Borbón, en una decisión judicial sin precedentes. Un cordobés que ha puesto patas arriba a todo un país.