Compré una pala en Ikea para cavar mi tumba… lara lara,lala,laralaaaaaaa!!
El enorme impacto que tiene en nuestras vidas el fenómeno de Ikea es innegable. Actualmente, una gran mayoría de visitantes del Ikea intentan convertir su visita en una terapia emocional. Pero la verdad es que del laberinto serpenteante “Ikeniano” se sale con la sensación de estar a punto de sufrir un accidente cerebrovascular, “úsease”, turulato perdido.
Lo que se esconde detrás de La República independiente del hombre más rico de Europa:
* Explotación laboral a la que son sometidos las personas que trabajan para esta multinacional en India, Vietnam, Bulgaría… (carencia de sindicatos, sueldos míseros, jornadas extenuantes, trabajo infantil…).
El ecologismo de pandereta que nos vende su catálogo no nos cuenta nada de la otra realidad de Ikea. La Ikea que contribuye a la destrucción del medio ambiente (deforestación, toneladas de emisiones de CO2, la insostenibilidad de la extracción del aceite de palma, la presencia de sustancias tóxicas en sus productos)… compré una pala en Ikea para cavar mi tumba…
* Ikea fomenta un modelo de consumo desenfrenado y la redecoración de tu vida estilo “usar y tirar” en cada temporada.
Aparte de lo antes comentado, además Ikea es un caldo de cultivo para los malos “rollitos” entre parejas (debe de ser el efecto aturdidor del laberinto que como bien indica su deficnición en la “Wiki.wiki”, es un lugar formado por calles y encrucijadas, intencionadamente complejo para confundir a quien se adentre en él).
Aquí van algunos de los momentazos de las parejas de “tontolitos” desorientados en el laberinto “Ikeniano” cuando alcanzan los índices de máxima apoplejía.
1 – El momentazo “no cabe, cariño, ¡no cabe!”. Que sí, “cari”, en el catálogo pone que esta habitación tiene 10m cuadrados y la nuestra tiene 12m cuadrados, luego ya si eso comparamos un calzador en la sección de las chorradas plásticas…
2 -No doy un paso más. Es cuando un miembro de la pareja se deja caer sobre una silla o sofá y dice: “!Aclárate!, haz lo que quieras que yo te espero aquí.” Y para qué quieres más…”
3 -Dile a tu madre que no opine o se vuelve en bus. Y se monta…
4- Quien usa la cocina soy yo, así que déjame a mí decidir. De ahí se pasa rápidamente al tema de roles y quién hace qué en casa. Y se lía…
5- ¿Y dónde piensas poner eso? Que es cuando sólo a uno de los dos le da el frenesí moderno y le apetece darle un aire nuevo a la casa. Y se monta una buena sobre el gusto de cada uno.
6- Se sale por ahí, que es un atajo. Mucho ojo con esto. Es como la casilla “de puente a puente y tiro porque me lleva la corriente”, que puedes ir para adelante pero también para atrás. Y se te cae el pelo.
7- Te van a oír. “Mira esos las cortinas que están cogiendo, cómo tiene que ser su casa. Mira los pantalones que lleva, no me extraña… anda coge un lapicito de madera”.
8- “Déjame que yo puedo”, que suele acabar con escandalera al caer la “GINKLF” a plomo sobre el carro desde la estantería. “Te lo había avisado”. “!Y tú, solo tenías que sujetar el carro!”. Y se vuelve a montar…
9- En caja: teníamos que habernos puesto en esa fila, teníamos que habernos puesto en esa fila, teníamos que habernos puesto en esa fila. Los de las cortinas ya han salido y se van a comprar todas las galletas.
10- “No caben 2”. En el parking cuando la JRANFKL, como decía la contraparte, no cabe ni de broma y fuerzas por orgullo. Estás dispuesto a conducir con la nariz pegada al cristal, te cargas el embellecedor del asiento, salta el cenicero lateral y al desistir, ya sin fuerzas, te cae en el pié al apoyarlo en el suelo. “ !Ves, eso por lo del talón de antes!”
11- ( Ya en casa) ¡Sobran piezas! Estos cachondos se han equivocado. (De eso nada. Solo se conoce de un caso en la historia, en Oslo, en que a una mesilla le sobraba uno de los plásticos que se ponen bajo las patas para que no raye el suelo, e IKEA les amuebló la casa entera gratis y a casi medio Oslo). Más vale empezar de nuevo, luego no llores cuando tu armario se caiga a pedazos.