MIGUEL ÁNGEL Toledano 22/10/2012
Te apetece hacer algo? A ver, ¿qué te apetece?
--Nada. Estar así contigo leyendo un rato.
El dolor nos debilita, nos hace vulnerables y, cuando sentimos que
nos sobrepasa, pensamos que es injusto y nos entra la furia, y más tarde
la impotencia y el llanto. Pero podemos volvernos poderosos, sacar
fuerzas. Porque siempre hay unos ojos, unos labios, otros que nos
quieren, que esperan que les ayudemos a resistir. Y ellos nos dan nuevos
motivos para seguir vivos. Pero cuando el dolor perdura incesante y se
va convirtiendo en sufrimiento, entonces hay que mirar a nuestro
alrededor, porque los demás también sufren.
A veces, te centras en el dolor de los otros y te olvidas un poco del
tuyo. Hay que salir hacia los demás para volver a amarnos a nosotros
mismos y reconocernos en nuestra más noble y mortal condición de seres
humanos. Todo es complicado en la muerte y en la vida. En ocasiones,
cuando el dolor llega, nos sentimos frágiles barcos de papel, leves
juncos a la deriva, pero solo quien ama apasionadamente la vida la vive y
la sufre con intensidad. Tengo hermanos, amigos, yo mismo, pero hoy
admiro la fuerza y el valor de una amiga que lo está pasando mal. Todo
ángel es terrible, dice Rilke, cuando araña y nos clava lentas agujas de
cristal en los sueños. Al principio se asustó. Sintió que algo extraño,
terrible, se había instalado en su interior y ya no volvería nunca a
ser la misma. Cuando lo supo, la vida se le partió en dos mitades. Tardó
en asumir que le había tocado a ella. Un día se acostaba pensando que
tendría solución, que estaba rodeada de los suyos. Y al otro se
despertaba sintiéndose débil, creyendo que no lo resistiría. Nada ha
logrado arrebatarle la sonrisa. Ahora estoy a su lado leyendo un rato.
No permitas que te quiten la belleza, no lo consientas, me gustaría
decirle. No hace falta. Ella sabe que este tiempo pasará y al final solo
importará el amor.
*Profesor de Literatura