El cartel de la prohibición.
Calcomanías que prohíben
flatulencias dentro del auto lucen en muchos taxis de la capital
española en ventanillas y carrocería. Los conductores se hartaron de los
"escapes mal olientos" de sus clientes.
No es una prohibición recogida por ley ni le
multarán si se le escapa una flatulencia, pero, por educación y
repulsión, muchos taxistas de la capital comienzan a sumarse a la
inclusión de estas calcomanías en el interior y exterior de sus
vehículos.
"El habitáculo de un taxi da para mucho. Hacemos de psicólogos. Tenemos una labor social no reconocida de mérito al paciente. También nos toca soportar a los cerdos que se ahuecan y se tiran un cuesco (pedo ruidoso). Alguno se ha pegado un bufo en el coche que lo he acabado echando. Lo malo es que cuando sube otro cliente se piensa que has sido tú", manifiesta Ángel Julio Mejía, delegado de Paradas y Situación de la Gremial del Taxi.
Lo cierto es que cada vez son más los taxistas que están cansados de las flatulencias de sus clientes. Ángel recuerda muchas anécdotas escatológicas. Una de las más extremas fue la siguiente "Recogí a un matrimonio en el bingo de la avenida de Portugal. Nada más entrar el marido me preguntó si tenía un periódico. Yo le respondí que no, que si lo quería para consultar los resultados de la lotería. Él me contestó que no, que era porque a su mujer le había tocado el bingo y se había ido de varetas (le dio diarrea). Lo necesitaba para colocarlo en el asiento y no dejarme huella".
Introduciendo el tema de las ventosidades, Mejía denuncia que el sector del taxi no tiene el derecho reconocido a ser persona. Lo primero que menciona son los aseos para taxistas que el Ayuntamiento prometió este año y que aún no ha colocado en la cabecera de Atocha.
"Nos tiramos unas 14 horas de media en un taxi, con los problemas de salud que acarrea. Encima no podemos parar en cualquier lado si tenemos que hacer nuestras necesidades fisiológicas. Cada vez hay más mujeres al volante y requieren de unas condiciones de higiene que no son equiparables a las de los hombres. Solicitamos baños en las principales cabeceras: Atocha, Plaza Castilla, Legazpi, Marqués de Vadillo y Ricardo Ortiz. Pero esto pertenece al «yate», al «ya te lo daré", dijo.
Mejía hace especial hincapié en que el Ejecutivo local ningunea los derechos básicos de 25.000 taxistas y exige ese mínimo.
"El habitáculo de un taxi da para mucho. Hacemos de psicólogos. Tenemos una labor social no reconocida de mérito al paciente. También nos toca soportar a los cerdos que se ahuecan y se tiran un cuesco (pedo ruidoso). Alguno se ha pegado un bufo en el coche que lo he acabado echando. Lo malo es que cuando sube otro cliente se piensa que has sido tú", manifiesta Ángel Julio Mejía, delegado de Paradas y Situación de la Gremial del Taxi.
Lo cierto es que cada vez son más los taxistas que están cansados de las flatulencias de sus clientes. Ángel recuerda muchas anécdotas escatológicas. Una de las más extremas fue la siguiente "Recogí a un matrimonio en el bingo de la avenida de Portugal. Nada más entrar el marido me preguntó si tenía un periódico. Yo le respondí que no, que si lo quería para consultar los resultados de la lotería. Él me contestó que no, que era porque a su mujer le había tocado el bingo y se había ido de varetas (le dio diarrea). Lo necesitaba para colocarlo en el asiento y no dejarme huella".
Introduciendo el tema de las ventosidades, Mejía denuncia que el sector del taxi no tiene el derecho reconocido a ser persona. Lo primero que menciona son los aseos para taxistas que el Ayuntamiento prometió este año y que aún no ha colocado en la cabecera de Atocha.
"Nos tiramos unas 14 horas de media en un taxi, con los problemas de salud que acarrea. Encima no podemos parar en cualquier lado si tenemos que hacer nuestras necesidades fisiológicas. Cada vez hay más mujeres al volante y requieren de unas condiciones de higiene que no son equiparables a las de los hombres. Solicitamos baños en las principales cabeceras: Atocha, Plaza Castilla, Legazpi, Marqués de Vadillo y Ricardo Ortiz. Pero esto pertenece al «yate», al «ya te lo daré", dijo.
Mejía hace especial hincapié en que el Ejecutivo local ningunea los derechos básicos de 25.000 taxistas y exige ese mínimo.