Existen pocas cosas. El silencio. Las
palabras. Manuel Rivas, en su última novela, nos recuerda algunas
expresiones latinas que cobran nuevo significado en estos tiempos
envanecidos. Os habent, et non loquetor . Tienen boca y no hablan. Oculos habent, et non videbunt . Tienen ojos y no ven. Aures habent, et non audient . Tienen oídos y no oyen. Manus habent, et non palpabunt . Tienen manos y no palpan. Es lo que tiene el latín, que una cosa lleva a la otra y todo acaba teniendo algún sentido.
Pero no todo es silencio. Hace poco, le preguntaron a Mayor Zaragoza su visión de la realidad que estamos soportando y él se detuvo de manera precisa y atentísima sobre los jóvenes españoles que han terminado sus estudios con esfuerzo y aplicación y han seguido preparándose sin caer en el desaliento y ahora se hallan sin trabajo, sin perspectivas, sin futuro. Eso es muy duro. España no puede permitirse desaprovechar tanta preparación ni, mucho menos, dejar a todos esos miles de jóvenes a la deriva y abandonarlos a su suerte sin un gramo al menos de esperanza. No puede.
Y entonces, en esta situación, preguntaba el interlocutor, ¿qué se puede hacer?, ¿se puede hacer algo? --Sí, le respondió Mayor, --No callar.
Siempre he procurado, como Maurice Sachs, exasperar en mis alumnos y en los jóvenes que puedan leerme, el gusto por las dos rebeldías: una contra el orden, otra contra el desorden. No hay ningún grado de ironía cuando alguno me pregunta y le cito a Beckett: "Lo intentaste. Fracasaste. No importa. Vuelve a intentarlo. Vuelve a fracasar. Fracasa mejor". Lo mejor a veces es mantenerse con la boca cerrada para que no entre por ella el enemigo, pero yo, en estos momentos delicados, me sumerjo en la palabra y solo asomo la cabeza para respirar.
* Profesor MIGUEL ANGEL Toledano 13/08/2012
Pero no todo es silencio. Hace poco, le preguntaron a Mayor Zaragoza su visión de la realidad que estamos soportando y él se detuvo de manera precisa y atentísima sobre los jóvenes españoles que han terminado sus estudios con esfuerzo y aplicación y han seguido preparándose sin caer en el desaliento y ahora se hallan sin trabajo, sin perspectivas, sin futuro. Eso es muy duro. España no puede permitirse desaprovechar tanta preparación ni, mucho menos, dejar a todos esos miles de jóvenes a la deriva y abandonarlos a su suerte sin un gramo al menos de esperanza. No puede.
Y entonces, en esta situación, preguntaba el interlocutor, ¿qué se puede hacer?, ¿se puede hacer algo? --Sí, le respondió Mayor, --No callar.
Siempre he procurado, como Maurice Sachs, exasperar en mis alumnos y en los jóvenes que puedan leerme, el gusto por las dos rebeldías: una contra el orden, otra contra el desorden. No hay ningún grado de ironía cuando alguno me pregunta y le cito a Beckett: "Lo intentaste. Fracasaste. No importa. Vuelve a intentarlo. Vuelve a fracasar. Fracasa mejor". Lo mejor a veces es mantenerse con la boca cerrada para que no entre por ella el enemigo, pero yo, en estos momentos delicados, me sumerjo en la palabra y solo asomo la cabeza para respirar.
* Profesor MIGUEL ANGEL Toledano 13/08/2012