Hay experiencias que confirman que el tiempo que verdaderamente cuenta es el interno, el de las vivencias de cada uno. Por encima de la duración real o cronológica de los hechos, pervive la intensidad de su recuerdo. Cuesta trabajo imaginar que la estancia de Miguel Ángel Toledano en Rute como profesor Literatura en el instituto se limitara a dos años, de 1985 a 1987. El cúmulo de anécdotas y momentos vividos que son capaces de poner sobre la mesa sus antiguos alumnos daría para rellenar la trayectoria completa de otros docentes. Fue hace ya un cuarto de siglo, en la década de los 80 de la pasada centuria. Se vivía un período innovador, convulso en cierto sentido, en la enseñanza. Se estaba rompiendo con un pasado en la metodología, en la forma de afrontar las clases magistrales y unidireccionales de una sola persona dirigiéndose a un auditorio pasivo. Eran los años en que irrumpía la llamada Reforma Experimental de las Enseñanzas Medias. En ese contexto llegó Miguel Ángel Toledano a Rute. Su filosofía del proceso de aprendizaje se acercaba más a los nuevos aires que corrían que a los anteriores. Y desde luego marcó, y de qué manera, a quienes estuvieron bajo su doctrina.
Lo pusieron de manifiesto en el programa producido por Radio Rute en el local de La Tequería. Este especial, emitido en vivo y en directo, forma parte de los actos de homenaje que se han preparado para el antiguo maestro. Se han hecho coincidir con la celebración de una de sus pasiones, el libro. Fue un espacio de reencuentro, de recuerdo, de reivindicación de una forma muy peculiar de afrontar la enseñanza y la vida. Entre quienes se dieron cita en persona y los que no se encuentran ahora mismo en Rute, pero dejaron sus impresiones grabadas, fueron cerca de treinta los testimonios recogidos de un tiempo irrepetible.
Tal vez el paso de los años ha dejado en la retina los aspectos más anecdóticos, lo más iconoclasta de aquella etapa crucial para un grupo de personas que entonces eran sólo unos adolescentes. En cualquier caso, es innegable que aquellos años marcaron a una generación, en muchos aspectos. Resulta difícil además separar “el Experimental”, como popularmente se conocía al nuevo sistema, de las clases de Toledano. Sin la Reforma, no hubiera cuajado su proyecto o su particular visión de la enseñanza. Una enseñanza en la que los comentarios de texto se extendían, más allá de la Literatura “al uso”, a canciones de grupos de pop-rock o cantautores. Lo importante es que al final la gente acababa aficionándose a la lectura, que jóvenes de apenas 14 o 15 años leían con gusto “El Quijote”, “El Lazarillo” o “La Celestina”.
Las clases constituían uno de los tres vértices del proyecto que Toledano trajo a Rute. Promovió la labor editorial, con la preparación casi artesanal de libros, a través de Ediciones Experimentales. E impulsó el teatro como pocas veces se ha hecho en nuestro pueblo, primero con el grupo Gallomba, reinventado después como Teatro Pánico Gallomba. El recuerdo de esta etapa fue uno de los momentos más intensos y emotivos de la noche. Juan de Dios Pérez, recreó, 25 años después y completamente caracterizado para la ocasión, su papel de Max Estrella en la representación de “Luces de Bohemia”.
Fue, en suma, un tiempo de recuerdo y reconocimiento para un profesor que rompió muchos convencionalismos con su alumnado. Que Rute se desperezara del letargo rural en que había estado sumido se debe en buena parte a una generación como ésta. Porque después de completar su formación fuera, muchos volvieron para dinamizar, cada uno en su ámbito, la sociedad que les rodeaba. Son el vivo ejemplo de la máxima que preconiza su viejo profesor: “la cultura une más que desune”. Similar trayectoria ha llevado el libro de Toledano que corona estos homenajes, “Donde secretamente moras”. Un libro que, según confiesa él mismo, se inició en Rute. Por eso, su camino de presentación debía concluir aquí también.