Tras el desalojo, el alcalde reanudó su discurso. La concejala de Familia, María Jesús Botella (hermana de la alcaldesa de Madrid), abandonó la sala y se dirigió a las escaleras, donde Rocío Flores seguía gritando. Allí tomó nota de su teléfono y le prometió ponerse a resolver su caso. Posteriormente, el alcalde, en su discurso de réplica a la oposición, aseguró que el problema con la vivienda de Rocío Flores no era con el Ayuntamiento, sino con la Junta de Andalucía.
Rocío y su marido, Rafael, estuvieron acampados el pasado invierno más de un mes en las puertas del Ayuntamiento. Pedían una vivienda social, por temor al desalojo. Rocío y Rafael viven con sus hijos de dos años y medio y otro de tres meses en una casa afectada, según cuentan, por terribles problemas de humedad. El piso les cuesta un alquiler de 350 euros. La familia sobrevive con los 426 euros de paro que cobra mensualmente Rafael y la venta por la calle de ropa, ajos “o lo que pillo”, cuenta Rocío. La mujer dice que no pueden afrontar esa renta mensual y que necesita una casa donde no haya problemas de frío o humedad pues sus dos hijos están afectados de serias infecciones de las vías respiratorias. La pequeña, según su madre, no deja de entrar y salir del hospital.
Entonces, el pasado invierno, tuvieron que levantar la acampada agotados por el esfuerzo. La lluvia y el frío pudo con su ánimo, pero su problema siguió sin resolver. La Junta delegaba en el Ayuntamiento toda responsabilidad sobre su situación, a expensas de que los servicios sociales comunitarios municipales emitieran informes sobre la necesidad urgente de vivienda de la referida familia para que en su caso pueda ser valorado en futuras comisiones de adjudicación de vivienda pública, dependiente del Gobierno andaluz. Pero al final, su problema no se resolvió y mañana Rocío y su familia tendrán que dejar su casa.