Fernán Núñez permaneció en manos 
republicanas solo una semana tras el golpe de estado del 18 de julio de 
1936. El 25 de julio, una columna militar rebelde llegada desde Córdoba y
 acaudillada por el comandante Manuel Aguilar-Galindo y Aguilar-Galindo 
tomó la localidad (el episodio puede leerse en este enlace de mi blog).
 Un mínimo de 53 personas cayeron fusiladas aquel día en la cuneta de la
 carretera de Córdoba y por lo menos otras 74 serían enviadas a la tumba
 durante el resto del año en un pueblo que tenía 11.086 habitantes 
censados. Alrededor de un 15% de la población, tras la entrada de las 
tropas militares golpistas, huyó para escapar de la represión y se 
refugió durante los tres años de la contienda en Manzanares (Ciudad 
Real), Liria (Valencia) y en varios pueblos de la provincia de Jaén. Un 
buen número de hombres huidos se enroló en la columna 
Andalucía-Extremadura, de predominio anarquista, creada a mediados de 
año. En febrero de 1937 se les destinó al sector de Pozoblanco y se 
integraron en la 88 Brigada Mixta, ya como unidad regular del Ejército 
republicano. Durante casi toda la guerra, la Brigada ocupó posiciones en
 la zona cordobesa de Hinojosa del Duque y Belalcázar. Los 
fernannusenses alistados en las filas republicanas pagaron un enorme 
tributo de sangre, ya que al menos 54 de ellos encontraron la muerte en 
los campos de batalla.
Al desmoronarse los frentes y finalizar 
la guerra, el 1 de abril de 1939, los soldados republicanos 
supervivientes y los refugiados emprendieron el camino de regreso desde 
los pueblos de acogida, los campos de concentración o desde las 
comisiones clasificadoras de prisioneros y presentados de las distintas 
provincias. Los que no salieron para el exilio pronto descubrirían que 
la dictadura, influida por los fascismos triunfantes en Europa, había 
olvidado el lema de “si no has cometido crímenes no tienes nada que 
temer” y lo sustituyó por la simple y llana política de la venganza, en 
acertada definición del historiador Paul Preston. Las condiciones de 
regreso de los refugiados resultaron lamentables. Volvían hacinados en 
cualquier medio de locomoción y arrastrando consigo sus pocas 
pertenencias, en un estado sanitario deplorable. Por ello, el 17 de 
abril de 1939 el jefe de la Junta Provincial de Sanidad avisaba a la 
Junta correspondiente de Fernán Núñez de la amplia incidencia de sarna y
 de otras dermoparasitosis entre los retornados de la zona republicana, e
 indicaba que se adoptaran las medidas oportunas de aislamiento y 
desinfección. De acuerdo con las pormenorizadas fichas individuales de 
huidos que se conservan en el Archivo Histórico Municipal de Fernán 
Núñez, al finalizar la guerra regresaron al pueblo 440 mujeres, 271 
hombres, un número indeterminado de niños menores de 16 años y 688 
combatientes que habían luchado en las filas republicanas.

Miembros
 de las Juventudes Libertarias. De pie, de izquierda a derecha: Antonio 
Álvarez Eslava “Patirri”, Juan Toledano Hidalgo y Antonio Castillo Frías
 (cabo de la 88 Brigada). Agachados, de izquierda a derecha, Juan 
Montilla Jiménez (sargento de la 88 Brigada) y Francisco Molero Luna 
(con el periódico Solidaridad Obrera en las manos). Los dos últimos 
murieron en el frente.
Los retornados a Fernán Núñez debían 
presentarse ante la Guardia Civil, que en un plazo de ocho días 
elaboraba un breve dossier sobre los antecedentes, conducta y 
actividades político sociales del evacuado –antes y después del comienzo
 de la guerra–, en el que se incluían los informes de la Guardia Civil, 
las manifestaciones de “tres vecinos intachables” y las denuncias y 
declaraciones de cuantos quisieran comparecer, que en Fernán Núñez 
fueron bastantes. Si la información final que se obtenía del primer 
atestado elaborado por la Guardia Civil era desfavorable, se detenía al 
evacuado. En Fernán Núñez hemos conseguido identificar a casi todos los 
cautivos porque en el Archivo Histórico se conserva un tomo de páginas 
con el nombre de los reos, para el que los represores reutilizaron un 
antiguo libro de registro de las reses sacrificadas en el matadero, 
prueba de la consideración que les merecían los detenidos. Tras ingresar
 en prisión, la justicia militar reiniciaba el proceso contra el 
encausado. El juez instructor requería a la alcaldía, a la Falange y a 
la Guardia Civil para que volvieran a informar sobre la actuación del 
prisionero y para que facilitaran nombres y domicilios de “personas de 
reconocida solvencia” que pudieran ejercer de testigos o denunciantes en
 el proceso. Se estableció así una verdadera justicia al revés, en la 
que los que habían permanecido fieles a la legalidad republicana eran 
acusados de rebeldes y sentenciados por los propios sublevados.

Alfonso
 Yuste Álvarez, delegado en el Congreso Provincial de las Juventudes 
Socialistas Unificadas, celebrado en Pozoblanco el 24 de septiembre de 
1936, y comisario político de su compañía durante la guerra civil. Fue 
condenado a 30 años de cárcel.
Al principio, a los detenidos se les 
internaba en la cárcel municipal. Con posterioridad, se habilitó como 
prisión un cine céntrico de Fernán Núñez, donde se amontonaron unos 
doscientos reclusos, algunos de ellos del vecino pueblo de Montemayor. 
Los militares que custodiaban el local impidieron en dos ocasiones el 
asalto de los falangistas, quienes pretendían realizar sacas de 
prisioneros para tomarse la justicia por su mano. Bajo la cobertura de 
un régimen totalitario en el que los derechos humanos y las convenciones
 internacionales sobre el trato a los prisioneros de guerra eran 
violados, la tortura se convirtió en el método idóneo para castigar y 
para obtener de los detenidos las confesiones que sus captores querían. 
Con este objetivo, la Guardia Civil entraba de vez en cuando en la 
cárcel para apalear y atemorizar a los presos. Nada detenía a los 
verdugos en su afán de castigar a los internos. Un día, delante de todos
 los demás reclusos, torturaron a Amor Jiménez García, Pedro Antúnez 
Luna y Antonio Naranjo Ortega rompiéndoles una silla en la cabeza, a 
pesar de que los dos últimos eran inválidos. Las palizas, con puños y 
vergajos, continuaban cuando los reos acudían al cuartel de la Guardia 
Civil para testificar. Las humillaciones públicas también se aplicaban 
con frecuencia. En una ocasión sacaron de la cárcel a los concejales de 
Izquierda Republicana para que con unas pequeñas azadas, que 
dificultaban su trabajo, limpiaran la hierba que había crecido en el 
empedrado de la plaza del Ayuntamiento.

Andrés
 García Crespo, soldado de la 88 Brigada, condenado a 12 años de cárcel,
 preso en un batallón de trabajadores en Punta Calea (Vizcaya).
El 1 de octubre de 1939 se realizó un 
masivo traslado en camiones de 146 reclusos –atados con alambres y 
esposas– a Montilla, lo que supuso un momento generalizado de angustia 
para los prisioneros y sus allegados, que desconocían el objeto del 
viaje. Cuando llegaron a Montilla los internaron en las escuelas del 
convento de San Luis, donde el hacinamiento obligó a que un gran número 
de ellos tuviera que dormir en el patio, ya que el recinto albergaba un 
mínimo de 646 internos. Su manutención era costeada por el Ayuntamiento 
de Fernán Núñez a razón de 1,15 pesetas por preso y día. Los condenados a
 30 años de reclusión salieron para la prisión de El Puerto de Santa 
María (Cádiz) en septiembre de 1940. A mediados del mes siguiente, los 
demás reclusos llegaron a las cárceles de Córdoba, convertidas en 
auténticos campos de exterminio en la posguerra, con cifras de 
defunciones aterradoras. Según el historiador Francisco Moreno Gómez, 
aparte de los fusilados, en el año 1941 perecieron allí 502 reclusos, 
unos por tifus y otros por hambre, pues oficialmente la Dirección 
General de Seguridad no exigía que se administrara una ración diaria 
superior a las 800 calorías, cuando una persona inactiva necesita al 
menos 1.200 para sobrevivir. Como consecuencia de la política carcelaria
 del franquismo, cinco fernannuñenses encontraron la muerte en la cárcel
 de Córdoba, dos fallecieron en la prisión de San Juan de Mozarrifar 
(Zaragoza) y en el Batallón Disciplinario de Soldados Trabajadores de 
Larache (Maruecos), y otros dos, hermanos, en la cárcel de El Puerto de 
Santa María.
Como en otros pueblos de la provincia, 
para atender la instrucción de tantos consejos de guerra se designó juez
 militar especial de Fernán Núñez a Rafael Moreno Lovera, quien también 
amplió sus competencias a la vecina localidad de Montemayor. El día 7 de
 junio de 1939 le sustituyó Vicente Romero Cerrillo, que alternó su 
trabajo con Ángel Méndez Espejo. Un buen número de fernannuñenses fueron
 procesados en Montilla, en el Juzgado Militar de Córdoba nº 4 (en el 
que ejercía de juez militar instructor el capitán de Caballería Antonio 
Jiménez Jiménez), y en el nº 18 de la misma ciudad (en el que actuaba de
 capitán juez Cipriano Iglesias Piñeiro). En casi todos los consejos de 
guerra celebrados contra los fernannuñense en Córdoba intervino de 
fiscal el abogado Demetrio Carvajal Arrieta, vicepresidente de la 
Diputación durante la dictadura de Primo de Rivera, y alcalde y jefe 
local de la Falange en Pozoblanco, tras la toma del pueblo por los 
franquistas. En 1939 se convirtió en capitán jurídico de la Auditoría de
 guerra y siempre solicitó condenas muy duras para los procesados. En la
 posguerra, diez fernannuñenses fueron sentenciados a pena de muerte y 
fusilados en la localidad, en Montilla, Córdoba y Alicante.
En mi libro La campiña roja. La represión franquista en Fernán Núñez (1936-1943),
 cuya última edición es de 2009, dedico el capítulo IV entero, titulado 
“La guerra no ha terminado”, a analizar las múltiples formas de la 
represión habida en el pueblo durante la posguerra. En el último de sus 
apartados, “El yugo de la victoria”, se narran de manera pormenorizada 
algunas de ellas y puede leerse completo en este enlace.
A continuación añado también otros 
enlaces con los nombres de 702 hombres que lucharon en el Ejército 
republicano, 54 soldados republicanos que murieron en los frentes de 
guerra, 252 presos en posguerra, 9 reclusos muertos en las cárceles, 10 
fusilados en posguerra y 410 personas que sufrieron expedientes de 
incautación de bienes y de responsabilidades políticas. Al final, 
publico unas tablas numéricas de la represión en el pueblo y de cifras 
globales de la represión en Fernán Núñez, Córdoba, Andalucía y España.
- Relación de soldados republicanos y desafectos al régimen
- Soldados republicanos muertos en los frentes de guerra
- Fernannuñenses presos en posguerra
- Muertos en las cárceles y fusilados
- Vecinos sujetos a expedientes de incautación de bienes y responsabilidades políticas
- Cuadro global de victimas
https://arcangelbedmar.com/
 

 

 
    
 


 







 
