El descenso por la estructura metálica se asemeja
 a la entrada a una mina, pero lo que encierra el túnel que recorre las 
entrañas del templo de la Serpiente Emplumada, el lugar de donde se cree
 que emanaba el poder de Teotihuacán, es un viaje al inframundo de una 
ciudad enigmática que floreció entre el siglo II y el V de nuestra era, 
50 kilómetros al noreste de Ciudad de México.
70 milobjetos se han encontrado al interior del templo de la Serpiente Emplumada
Aunque son apenas 150 metros, los arqueólogos han encontrado en este túnel cerca de 70 mil objetos, desde 
bastones de mando hasta 
ofrendasy 
semillas, pasando por 
esqueletos de 
animalesque podrían ser 
jaguares y extrañas 
esferas metálicas de
 distintos tamaños. Son rastros de una forma de entender la vida y la 
muerte aún muy desconocida, y se espera que esta semana las autoridades 
anuncien oficialmente las conclusiones preliminares de la excavación.
Después de 11 años de trabajo, los integrantes del 
proyecto Tlalocan('camino bajo la tierra' en náhuatl), financiado por el
 Instituto Nacional de Antropología e Historia de México (
INAH), llegaron al final del túnel y están asombrados con lo que encontraron.
En el proyecto Tlalocan 'camino 
bajo la tierra' en náhuatl, es la primera vez que se usa un robot para 
la investigación arqueológica.
"Es increíble", dice el arqueólogo jefe de la excavación, el mexicano 
Sergio Gómez, mientras guía hacia lo que siempre pensó que sería la cripta de los 
antiguos gobernantes de la que fuera conocida como la "
Ciudad de los Dioses", la 
primera gran metrópoli de Mesoamérica.
La temperatura va bajando a medida que se desciende. La humedad 
crece. Unas tablas preservan el suelo del túnel, enlodado. "Quisieron 
recrear el mundo exterior, por eso escavaron hasta el 
manto freático, para que también hubiera 
ríos", explica Gómez.
Cerca de la entrada, una especie de chimenea conecta con el exterior,
 quizás un observatorio de hace dos milenios, especula el arqueólogo. 
Ese fue el lugar que se hundió por azar en 2003 durante unos trabajos de
 conservación de la pirámide y desveló a Gómez y a su colega 
francesa Julie Gazzola la existencia del túnel.
Gracias a un georradar y tecnología láser se tuvo una idea de la 
estructura del túnel. Luego introdujeron un robot para que explorara 
entre las grietas. Más tarde otro más sofisticado para llegar más allá. 
Solo en Egipto se había hecho algo parecido, aunque en mucha menor 
escala.
El objetivo era explorar lo que los habitantes de este lugar 
quisieron preservar de toda mirada con 25 muros y toneladas de roca y 
tierra. Lo reabrieron al menos en una ocasión, se cree que para 
introducir algo. Desde entonces, hace mil 800 años, nadie había vuelto a
 entrar ahí. Hasta ahora.
El camino de tablas atraviesa los muros. De repente, la linterna del 
guía enfoca al techo. De la roca salen destellos. "Es polvo metálico. 
Imagine entrar con antorchas. Ese polvo debía brillar como si fuera el 
cielo", dice Gómez. Son restos de pirita o magnetita, un metal que no se
 encuentra en la zona. Pero lo trajeron hasta aquí y lo molieron para 
'pintar' el techo.
En la parte superior también hay un tubo, un extractor de radón, un gas contaminante que complicó mucho la excavación.
A mitad del túnel dos cámaras flanquean el camino. Son pequeñas y 
están vacías pero ahí se encontraron más de 300 esferas metálicas de 2 a
 25 centímetros de diámetro. "Todavía no nos explicamos qué simbolizan. 
¿El mar? ¿Gotas de agua?", se pregunta Gómez.
A unos 30 metros del final, el camino desciende abruptamente para 
acabar en otras tres cámaras a modo de trébol cuyo centro se sitúa justo
 debajo del vértice de la pirámide. De ahí no se puede pasar hasta que 
el INAH presente los resultados de la excavación.
Analizar todos los hallazgos tomará años, pues cuanto más avanzaban 
en el túnel más ofrendas había: esculturas, piedras preciosas —algunas 
procedentes de Guatemala-, animales, multitud de bastones de mando.
"Tenía que ser muy importante lo que había al final para introducir 
todo eso. Nunca habíamos visto nada parecido", apunta el arqueólogo.
En la ciudad prehispánica se han encontrado restos humanos en 
distintos lugares, enterramientos de clase media y esqueletos de gente 
que fue sacrificada. Pero sobre los gobernantes, ni rastro.
Algunos estudiosos apuntaban a un poder unipersonal y despótico. 
Otros a un gobierno multipartito de distintas familias. Ahora los 
investigadores confían en poder dar algunas respuestas. Y si hay restos 
humanos, habrá que ver cuántos son y si comparten o no el ADN.
Teotihuacán se extiende a lo largo de 23 kilómetros cuadrados, de los
 que se ha excavado en torno al 5%. En su momento de esplendor llegaron a
 vivir aquí hasta 200 mil personas de distintas procedencias y etnias.
Multicultural, extremadamente desigual —había palacios, zonas 
residenciales y barrios de trabajadores— y superpoblada, tenía poco 
desarrollo tecnológico pero se cultivaban las ciencias.
"Tenía vínculos con Tikal (Guatemala) y Copan (Honduras), lo que nos 
hace pensar en el inmenso poder teotihuacano, pero tenemos muchas dudas 
sobre el sistema de gobierno, la lengua que hablaban o su sistema de 
escritura todavía no descifrado", señala Gómez. Tampoco se sabe por qué 
su poder decayó hasta desaparecer.
Tres impresionantes pirámides, la del Sol (una de las más grandes de 
Mesoamérica), la de la Luna y la de la Serpiente Emplumada, ubicada en 
la plaza de la Ciudadela, eran los edificios emblemáticos de una ciudad 
meticulosamente planificada y obsesionada con la orientación.
Este último templo es el que se vincula a los gobernantes y a las 
ceremonias de su legitimación. "Los drenajes de la plaza de la Ciudadela
 están rellenos con ofrendas y en uno de los laterales encontramos 50 
cuerpos decapitados y mutilados, lo que hace pensar en un ritual para 
recrear el nacimiento del mundo", indica Gómez.
Por eso se cree que en sus entrañas estarán enterrados los más 
poderosos de este mundo prehispánico del que queda casi todo por saber.