¿Sobrevive Caperucita Roja a la visita a
 casa de la abuelita? Depende de dónde hayas crecido. En algunas 
versiones europeas del cuento, la niña acaba en las fauces del lobo 
feroz, pero en otras consigue escapar. Y en otras partes del mundo, la 
víctima es una cabra, no una niña, o el malo de la película es un tigre 
en vez de un lobo.
  
¿Evolucionaron todas estas versiones a partir de un único 
cuento de la antigüedad? ¿O es que a los padres de todo el mundo se les 
ha ocurrido la misma idea sobre monstruos comeniños para asustar a sus 
hijos antes de dormir? Tras aplicar un poco de Biología Evolutiva al 
cuento de Caperucita Roja, un investigador de la Universidad de Durham 
(Reino Unido) dice tener la respuesta a estas preguntas.
En la versión europea más popular de Caperucita Roja, un 
lobo se come a una anciana y se disfraza con su ropa, para esperar en la
 cama la llegada de su nieta. La tensión va creciendo conforme la niña 
se va dando cuenta de algunos detalles que no le encajan: “Abuelita, 
abuelita ¡qué orejas más grandes tienes! (…) ¡Y qué dientes más grandes 
tienes!”. En algunas variantes del cuento, el lobo acaba comiéndose 
también a Caperucita.
Pero si creciste en Oriente Medio, quizás de niño 
escuchaste la historia de “El lobo y los niños”. En vez de disfrazarse 
de abuelita humana, el lobo se disfraza de yaya cabra, y luego se come a
 los cabritillos. ¿Podría ser este cuento el antepasado de Caperucita 
Roja?
Jamie Tehrani escuchó muchas versiones diferentes del 
cuento cuando era niño y a menudo se preguntaba por el posible origen de
 la historia. “Mi padre es iraní, mi madre británica y yo crecí en 
Dubai” –dice Tehrani, que ahora es antropólogo en la Universidad de 
Durham. De mayor, descubrió que los antropólogos llevaban buscando el 
origen del cuento de Caperucita desde hace más de dos siglos. De acuerdo
 con una de las hipótesis más aceptadas, el cuento se originó en China y
 llegó a Europa gracias a la Ruta de la Seda hace unos 600-800 años. 
Pero otra hipótesis sugiere que los cuentos populares mutan y 
evolucionan tan rápido que todas las versiones surgieron y evolucionaron
 de manera independiente, y su similaridad se debe a la casualidad y al 
hecho de que los niños son vulnerables y los lobos dan miedo en todo el 
mundo. La falta de datos sobre el origen del cuento había hecho que se 
archivara la causa.
Las versiones antiguas de Caperucita Roja no se han 
localizado, pero los investigadores tienen acceso a una gran colección 
de versiones contemporáneas. Gracias a estos datos, Tehrani ha podido 
usar el análisis filogénético, una técnica estadística usada normalmente
 para reconstruir parentescos evolutivos entre especies. Empezó 
estudiando 58 versiones del cuento (todas traducciones al inglés) de 33 
culturas distintas. Después, exactamente igual que un biólogo cuando 
compara las características físicas entre organismos para medir su 
similitud evolutiva, registró las diferencias entre las historias usando
 72 puntos clave del argumento como quién es el villano, qué estrategia 
usa para engañar a la niña o cómo acaba el cuento. Al terminar el 
análisis, Tehrani ha representado los datos en forma de árbol 
genealógico que representa las relaciones más probables entre las 
distintas historias. Si las historias realmente se originaron en China, 
las versiones chinas del cuento deberían estar en la base del tronco del
 árbol, con el resto de versiones emergiendo como ramas.
Pero el análisis evolutivo de Caperucita Roja no respalda 
el origen chino. Parece ser que el cuento se originó hace casi 2000 años
 en algún punto entre Europa y Oriente Medio, tal y como explica Tehrani
 en su artículo en PLOS ONE  1.
 En China se extendió una versión europea, y no al revés. Las versiones 
africanas probablemente evolucionaron a partir de la versión de Oriente 
Medio “El lobo y los niños”. Y esa historia parece mucho más antigua que
 la de Caperucita, con protagonistas humanos, aunque ésta última se haya
 hecho mucho más famosa gracias a la publicación, hace 200 años, del 
libro de los hermanos Grimm.
“Esto supone un avance y una innovación importantes, porque
 pese a todos los siglos de alfabetización y escolarización existen 
muchas preguntas sin resolver sobre la evolución de los cuentos 
tradicionales” –dice Robert Ross, psicólogo de la Universidad Macquarie 
de Sidney, Australia, que ha estudiado en profundidad los orígenes y la 
transmisión de los cuentos populares. Aún así, dice, “tengo algunas 
dudas sobre si las versiones que escogió [Tehrani] para el análisis 
filogenético eran las apropiadas”. Señala, por ejemplo, que sólo un 
tercio de las historias que Tehrani incluyó en su análisis están 
clasificadas por especialistas en folclore como pertenecientes a la 
tradición de Caperucita Roja. Por esta razón, Ross dice no tener claro 
si las historias incluidas en el estudio tienen un verdadero enlace 
histórico. Para confirmar esta nueva historia evolutiva, Ross quiere ver
 si se mantiene la forma del árbol al añadir más versiones al análisis.
 
 








