Meses después de que su esposa embarazada fuera devorada por un cocodrilo, en el lago Kyoga, de Uganda, Mubarak Batambuze, un pescador de 50 años, pudo vengarse del reptil, que pesaba 600 kilos y medía cerca de cuatro metros.
Todo comenzó cuando Demeteriya Nabire, esposa del hoy viudo, se dirigió al lago que está cerca de su casa para recoger agua, momento que aprovechó el cocodrilo para atrapar a la mujer.
"El cocodrilo se comió entera a mi mujer. No volvimos a ver nada de ella; ninguna ropa, ninguna parte de su cuerpo que pudiera identificar", dijo el hombre.
Cuatro meses después, los amigos de Batambuze le informaron que la bestia había vuelto, por lo que armó un plan para matarlo, aún si ello le costaba la vida.
El pescador se dirigió al lago donde fue avistado el cocodrilo y junto con varios amigos, lanzó piedras y palos al reptil, sin causarle ningún daño.
Entonces, Batambuze acudió con un herrero, a quien pidió que le fabricara una lanza para matar al asesino de su esposa y su hijo.
Aunque el arma alcanzó un costo de poco más de cinco dólares, un exceso monetario para las personas de aquella región, el hombre estuvo más que dispuesto a pagarlo para consumar su venganza.
Ya en el lago, Batambuze luchó con el cocodrilo por más de una hora, hasta que finalmente logro matarlo.
El cadáver, que según especialistas pesaba 600 kilos y medía cerca de cuatro metros, fue llevado a la Universidad Makarere, en la capital, Kampala, donde fue examinado y en su interior fue hallado un fémur, que prácticamente ha sido descartado como parte de la esposa del pescador, debido al tiempo transcurrido desde el ataque en el que perdió la vida.
