 Veintitrés reclusos del penal franquista de la localidad 
burgalesa, uno de los más duros de la Guerra, han sido exhumados, 
identificados y enterrados junto a sus seres queridos 70 años después.
Público.es / PEDRO SEDANO (EFE) / 12-04-2014
Veintitrés reclusos del penal franquista de la localidad 
burgalesa, uno de los más duros de la Guerra, han sido exhumados, 
identificados y enterrados junto a sus seres queridos 70 años después.
Público.es / PEDRO SEDANO (EFE) / 12-04-2014
 
Juana Gutiérrez llora mientras mantiene los restos de su abuelo, 
víctima de la Guerra Civil, en el cementerio de Valdenoceda, cerca de 
Burgos.- REUTERS / Eloy Alonso
Veintitrés presos del penal de Valdenoceda, uno de los más duros del 
final de la Guerra Civil española, situado al norte de Burgos, descansan
 en paz después de más de 70 años tras ser exhumados e identificados.
La mayor parte de los restos han sido entregados este sábado a sus 
familias en un acto celebrado junto al antiguo penal, aunque parte han 
sido identificados sólo por estudios de sus huesos, sin ADN para poder 
comparar, porque sus familiares no han podido ser localizados, ha 
explicado el presidente de la Agrupación de Familiares de Víctimas del 
Penal y nieto de uno de los fallecidos, José María González.
El penal de Valdenoceda permaneció en funcionamiento entre 1938 y 
1943 y en ese periodo fallecieron y fueron enterrados por sus compañeros
 
más de 150 presos republicanos que murieron por hambre, frío y enfermedades.
Muchos de ellos procedían de Burgos, pero también de provincias 
próximas, como Palencia, Álava y Cantabria o de lugares más alejados, 
como Madrid, Zaragoza, Ciudad Real o Jaén.
Precisamente, desde Jaén ha venido al acto de hoy Juana Gutiérrez, la
 nieta de Pedro Blanco, que fue detenido en su pueblo, la localidad 
jienense de Villanueva de la Reina, y murió en 1941 en Valdenoceda.
Era muy pequeña cuando estalló la Guerra Civil pero todavía se 
emociona al recordar que su abuelo era carpintero y fue detenido cerca 
de su casa, aunque no sabe con certeza la razón.
El padre, el tío y el abuelo de Juana fueron asesinados por ser republicanos  
Estuvo preso en Jaén y luego le trasladaron al penal de Valdenoceda; 
casi al mismo tiempo su padre y su tío fueron asesinados bajo la 
acusación de ser republicanos y a su madre le raparon media cabeza y la 
pasearon por el pueblo mientras le tiraban piedras.
Otro de los identificados cuyos restos han sido entregados hoy a sus 
familias es Cipriano Frías, vecino de la localidad burgalesa Gumiel de 
Mercado que fue apresado por ser dirigente local de UGT en 1939.
Blanca Merino, la esposa del nieto de Cipriano, ha explicado que 
llevaban tiempo buscando sus restos hasta que confirmaron que fue 
encarcelado en Valdenoceda; este verano contactaron con la agrupación de
 familiares, su marido mandó una prueba de ADN y se confirmó su 
identificación.
La mezcla de alivio y tristeza
 Una
 mujer entierra los restos de una víctima de la Guerra Civil en un nicho
 común en el cementerio de Valdenoceda, cerca de Burgos. -REUTERS / Eloy
 Alonso
Una
 mujer entierra los restos de una víctima de la Guerra Civil en un nicho
 común en el cementerio de Valdenoceda, cerca de Burgos. -REUTERS / Eloy
 Alonso
Ha asegurado que recoger sus restos les produce "una mezcla de alivio
 por poder cerrar una herida, pero también de tristeza, porque el padre 
de su marido murió antes de saber dónde estaba enterrado".
Ahora descansarán juntos en el cementerio de Vitoria, donde reside ahora la familia.
El presidente de la agrupación, José María González, ha insistido en 
que la exhumación e identificación de los restos permite a los 
familiares "cerrar heridas".
Los presos apenas recibían alimento salvo agua con legumbres y gusanos
No ha dudado en referirse a Valdenoceda como una 
"cárcel de exterminio"
 donde, según le relataron algunos presos que sobrevivieron, los presos 
apenas recibían alimentación, la mayor parte de las veces agua con 
titos, una especie de legumbre que se solía utilizar para dar de comer a
 los animales, llenos de gusanos.
Al ser un penal oficial hay documentación, en ocasiones muy completa 
de cada preso, y los que morían eran enterrados "con cierta dignidad y 
de forma individual" por sus propios compañeros, lo que facilita su 
identificación.
Hasta ahora han podido recuperar los restos de algo más de un 
centenar, de los que han identificado a 48, aunque cerca de cuarenta 
están todavía enterrados porque la zona donde estaban sus restos se 
convirtió años después en una ampliación del cementerio de la localidad y
 hay sepulturas sobre ellos, lo que complica el proceso.