Juana Vacas tiene una pensión que ronda los 400 
euros y la casa en la que vive. A sus 74 años ha perdido la mayoría de 
sus tesoros: su esposo y tres de sus cuatro hijos. Al marido se lo llevó
 la enfermedad; a dos hijos varones, la droga.  A su
 hija la mató un hombre, su ex marido, condenado a 22 años y medio por 
asesinarla (la sentencia ha sido recurrida). Además del dolor, la mujer 
ha heredado las deudas del agresor de su hija. El 26 de junio 
se celebra el juicio para pedir la nulidad de la herencia. Si lo pierde,
 perderá su casa. A su duelo sumará un desahucio por deudas que nunca 
contrajo, porque su casa es el único patrimonio con el que puede 
responder.
 Purificación fue asesinada en marzo de 
2011. Entonces tenía 42 años pero su hermana explica que su madurez 
mental "era la de una niña de siete; tenía una discapacidad intelectual 
reconocida del 44 por ciento", explica su hermana, Encarnación 
Armenteros. Se había casado con quien sería su verdugo en 2003. En 2006,
 en una de las múltiples peleas, el marido la echó de casa. Cuatro años y
 varios episodios de violencia más tarde obtuvo el divorcio. Entonces, 
 su abogada de oficio le advirtió de que "tenía que pedir otro abogado 
para disolver los gananciales, pero no le dio tiempo porque la mató", recuerda Encarnación.
 "Cómo no la invalidasteis judicialmente, nos dicen ahora", lamenta la 
hermana: "pues porque no sabíamos que se podía hacer". Eso habría 
permitido a la familia tener más capacidad de maniobra. Ahora ya es 
tarde. En agosto de 2011, antes de que terminara el plazo para pagar el 
impuesto de sucesiones, Juana Vacas inició los trámites en la notaría 
para reclamar la herencia de su hija y cerrar las cuentas de uno de los 
capítulos más amargos de su vida. Según sus cálculos, Purificación sólo 
poseía la sexta parte de la casa de sus padres. 
 En este caso, la familia no sabe a cuánto ascienden las trampas. La 
primera reclamación era la de Banesto, que pedía los pagos atrasados de 
la hipoteca que pesaba sobre el domicilio del agresor. El lugar donde 
mató a Purificación. El banco se quedó con la casa pero aún había deuda 
pendiente y la familia debía pagar.  "La presión 
social y de los medios de comunicación hicieron que el banco diera un 
paso atrás en la ejecución hipotecaria y eso lo tenemos por escrito", 
admite Encarnación.  
 
 
 
 Pero hay más pagos pendientes y 
Juana, como heredera de su hija tiene que hacerles frente salvo que se 
declare nula la herencia. "El notario no le dijo que la herencia traía 
deudas; si lo hubiera hecho, ella no habría aceptado ¿usted lo habría 
hecho?", explica Claudia Olivares, representante de la Plataforma de 
Afectados por las Hipotecas de Torredelcampo, que desde el comienzo del 
proceso ha estado respaldando a la anciana. Olivares añade que se pidió,
 después de conocer el  alcance de la herencia, su disolución "pero el 
notario se opuso a la demanda de la familia. Si no lo hubiera hecho 
habríamos evitado el juicio, pero no ha sido posible, así que tendrá que
 decidirse en un juzgado", añade.
  La cita del juicio por nulidad es el próximo 26 de junio. Intentan demostrar que hubo "vicio en el consentimiento", por
 la falta de información con que contó la mujer y por el cambio de 
notario durante el proceso, entre otros aspectos. "Tenemos mucha fe", 
aclara Olivares.
 Hace un par de semanas, Encarnación Armenteros lanzó una petición en la plataforma 
 change.org, dedicada a promover causas de carácter social. 
 El objetivo es reunir 150.000 firmas que trasladar a la jueza para que autorice la nulidad. Ya han superado las 130.000. Han creado perfiles en 
 Facebook y 
 Twitter bajo el 
 hashtag
 común #todosconjuana. Suman cada nueva adhesión como una muestra de 
algo que Encarnación cuenta satisfecha, en mitad de la pesadilla a la 
que se enfrentan: "mi madre nunca ha estado sola".