No es nada nuevo el hecho de que a los hombres nos 
obsesionan los pechos femeninos. No hay más que ver el éxito de las 
muchas revistas eróticas que se venden en todo el mundo, o el éxito que 
puede llegar a tener una mujer con un escote durante algún encuentro 
social (fiesta, reunión, o lo que se os ocurra). Pero, si lo pensamos 
detenidamente, ¿por qué? ¿a que se debe esta obsesión del hombre con los pechos de las mujeres?
 Ahí ya os habré pillado, y pocos o muy pocos me podrían nombrar alguna 
hipótesis lógica (vale, la hipótesis evolutiva no cuenta, ¿eh?).
Pues a esta pregunta han intentado responder Larry Young, 
un experto en el campo de la neurociencia social, y Brain Alexander, en 
un libro que trata las razones emocionales, biológicas y culturales por 
las cuales los hombres están obsesionados con los pechos femeninos: The Chemistry Between Us: Love, Sex, and the Science of Attraction.
Según estos autores, una de las razones por las que los hombres heterosexuales están fascinados con los senos femeninos es una
 hormona liberada durante la lactancia, la oxitocina, que promueve a 
formar un poderoso vínculo entre la madre y el recién nacido, y que 
también tiene la función de crear una unidad en la evolución de una 
relación entre dos amantes.
El Dr. Young, uno de los principales neurocientíficos del 
mundo, escribió en el Huffington Post que, en términos biológicos, esta 
obsesión es bastante rara:
“Somos los únicos mamíferos fascinados sexualmente con el 
pecho femenino, y las mujeres son también los únicos mamíferos hembras 
cuyos senos aumentan de tamaño en la pubertad, independientemente de que
 haya o no embarazo. Además, también somos la única especie en la que 
existen caricias, masajes o estimulación oral por parte del hombre a la 
mujer durante las relaciones sexuales”
Pero además, en anteriores investigaciones también se ha comprobado que las mujeres disfrutan de que se preste atención a sus pechos, según unos estudios realizados por Roy Levin, de la Universidad de Sheffield, y Cindy Meston, de la Universidad de Texas, en los que hubo 301 participantes, incluyendo 153 mujeres, donde hubo estimulación de las mamas y se encontró que el 82% de las mujeres estaban más excitadas si sus pechos o pezones eran estimulados, y cerca del 60% pedían que les tocaran los pezones.
Por otra parte esta la hipótesis biológica, que suele ser la más conocida, donde algunos
 biólogos evolucionistas sugieren que los grandes senos son señal de 
buen estado de salud por parte de las mujeres, ya que estos se componen 
esencialmente de grasa (de ahí el “boom” de las operaciones de aumento de pecho).
Sin embargo, Alexander rechaza estas teorías. Él se centra más en 
hacer referencia a un proceso neurológico que vincula diferentes 
mecanismos cerebrales para promover un fuente apego entre madre e hijo.
Como ya sabéis, 
y ya os expliqué al hablar de la oxitocina hace unos meses,
 durante el nacimiento se libera esta hormona, que provocará el gran 
apego entre madre e hijo, dando lugar a una estimulación cerebral que 
provoca la secreción de leche por parte de la madre. 
Pero la 
oxitocina tendría más funciones aparte de esto, como por ejemplo hacer 
que el bebé sea el centro de atención total y absoluto por parte de su 
madre, haciendo que no piense en nada más en el mundo.
Los autores afirman que 
este proceso es una experiencia 
placentera que motiva la unión entre madre e hijo, y que los cambios que
 genera a nivel cerebral pueden durar de por vida. Su explicación es que
 durante los tocamientos, masajes o estimulación oral de los pechos de 
las mujeres, se realiza un proceso similar al que se da durante la 
lactancia, provocando el mismo tipo de placer. Además, también 
recuerda que somos la única especie que tiene sexo cara a cara, 
mirándose a los ojos, ya que los demás animales lo hacen desde detrás.
Según los autores, 
la oxitocina también provocaría que 
buscaramos poner toda nuestra atención en la cara de nuestra pareja, en 
su olor y en su voz, y que la combinación de oxitocina junto a la 
estimulación de los pechos, y el pico de dopamina acompañante al placer de la relación, ayudaría a forjar una asociación entre los amantes.
Los autores concluyen su explicación diciendo que 
esta obsesión por los pechos femeninos es un impulso inconsciente evolutivo, no lo aprendemos, viene de fábrica, y que servirá para formar seres humanos más cariñosos, de forma similar al proceso de la lactancia.
Vía: 
Medical Daily.