Los mercadillos no sólo son el lugar idóneo para conseguir licras, perfumes y bolsos a precio de ganga sino también para deleitarnos con el peculiar uso del lenguaje de los vendedores, generalmente a voz en grito (“¡Señora, que lo que robo por la noche te lo vendo por la mañana!!”), pero también en formato escrito, con esa singular mezcla de descaro, ortografía libre y humor calé que tanto nos gusta.
Las imágenes han sido tomadas de multitud de sitios, incluyendo La Llavadora, Jo Que Cosas, La Broma, Kioner o Flickr.
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