marzo 10, 2015
Fue una noche diferente, con la gente en butacas -más tiempo de pie que sentada- y parte de Mägo de Oz arropando a un quinteto con una base que, como me comentaba el manager argentino Mundy Epifanio, a mi lado: podría estar con Pantera. Pero ante todo sobresale un trío de monstruos que es la esencia del poderío Medina para que cada regreso sea una celebración tanto en disco como en conciertos como el de esta inolvidable noche. Hasta el crítico se ve arrastrado por la gente, los fans, cantando y coreando cada una de las canciones que borda un Manuel Martínez jovial, encantadoramente charlatán y con una voz intacta en timbre e impecable en ejecución. Paco Ventura es otro que, cual buen vino viejo montillano, tan cordobés como el combo, crece y crece con esa maestría de un guitarra que bebe tanto de Ritchie Blackmore como de Paco de Lucía en los momentos acústicos, de un intimismo y complicidad con el público emocionantes. Ibáñez es la alegría en el escenario además de músico con mayúsculas que dirige la orquesta Azahara desde su tarima con tanta intención y profesionalidad como clase para que sus teclas estén en el momento justo en cada himno o con sus solos.
En definitiva, una noche para contarla por mucho tiempo y sentirnos orgullosos de estas “vacas” sagradas que siguen defendiendo su legado no solo con dignidad, sino con apoteosis, para darle en el rostro a esos frikis tan propensos a perder el culo por los iconos internacionales y menospreciar a los de aquí. No es el caso del presentador de TV Christian Gálvez, que asistió al concierto junto a su esposa, la ex gimnasta de élite Almudena Cid, buena seguidora del grupo. Estos andaluces siguen defendiendo no solo unos sonidos potentes, sino un patrimonio cultural milenario como es la música andaluza, que continúa siendo la gran base de su maravilloso discurso.
Texto: Mariskal
Fotos: Aitor Nova