Pues este problema ya tiene una explicación lógica: el cerebro masculino está programado para “apagarse” después de las relaciones íntimas. Tras el polvo, la mayoría de los hombres son incapaces de volver a excitarse, pues lo que les pide el cuerpo es descansar.
Así lo han concluido los científicos que han desarrollado un estudio sobre esta faceta del hombre que enfada tanto a las parejas. Los resultados han sido más favorables para las mujeres, pues a ellas les pasa lo contrario: tras el éxtasis en la cama, el cerebro femenino continua activo, dándoles la capacidad de seguir manteniendo relaciones o de hacer cualquier otra cosa.
Aún no se ha encontrado una solución a este problema de pareja (a parte de la archiconocida paciencia). ¿Servirá este estudio para, al menos, justificar su comportamiento y recibir más comprensión? Ya veremos…