que cada uno desempeñe e oficio que conoce!
Aristóteles.
Hoy sufre de anorexia mi despensa;
el aroma a jamón se ha disipado.
Ya no tiro ni raspas de pescado.
Mi ruina se denomina: inmensa.
A veces, recostarme me compensa,
pues, el vientre lo sueño descolgado,
bien repleto de un suculento asado...
al despertar la tripa se destensa.
La culpa de este estado tan manido,
de llevar a cuestas este sambenito,
es la insufrible Crisis del Ladrillo.
Mientras que trabajé me importó un pito,
pero ahora que todo se ha torcido
estoy pasando más que El Lazarillo.