España no tiene sitio para el mejor físico joven de
Europa. La Sociedad Europea de Física (EPS) acaba de conceder al gallego
Diego Martínez Santos (Foz, 1983) el premio al mejor joven físico
experimental de Europa por sus trabajos en el experimento LHCb del Gran
Colisionador de Hadrones (LHC) en los que analizó las desintegraciones
de una partícula, el mesón B o partícula de la extraña belleza, que
permitieron confirmar el modelo estándar de la física, el que describe
las interacciones entre las partículas elementales que componen la
materia y que explica el universo y todo lo que comprende tal y cómo lo
conocemos hoy.
Este reconocimiento, que se otorga cada dos años,
no le ha valido, sin embargo, para que pueda retornar a España con
cargo al programa Ramón y Cajal, el plan coordinado ahora por la
Secretaria de Estado de Investigación y destinado a facilitar el regreso
a España de los mejores talentos científicos en el extranjero. La
comisión nacional de expertos encargada de examinar los currículos
consideró que el del investigador gallego, que ahora tiene un contrato
de tres años en el Instituto de Física de Partículas de Holanda, el
Nikhef, una de las mejores instituciones europeas de su área, no daba el
nivel. Paradójicamente, el mismo día que le comunicaron que su
solicitud al programa Ramón y Cajal había sido rechazada recibió la
notificación de la Sociedad Europea de Física en la que se le notificaba
la concesión del galardón.
«É sorprendente que o mesmo
currículo, que a Sociedade Europea xuzga que é moi bo, a comisión
nacional de evaluación considere que non da a media. Unha persona con
unha reputación seria en Europa non se valora en España», dice Juan José Saborido Silva, coordinador del Grupo de Altas Enerxías de
la Universidade de Santiago, donde Martínez Santos realizó la tesis
bajo la dirección de José Ángel Hernando Morata y Bernardo Adeva.
Carlos Pajares, delegado en España del
Laboratorio Europeo de Física de Partículas (CERN), en el que Martínez
Santos también estuvo contratado durante tres años, confía en que el
fallo pueda ser reparado en otra edición, aunque lamenta lo sucedido.
«La comisión que lo evaluó o bien no miró bien su currículo o, a lo
mejor, quiso dar preferencia a otros investigadores de más edad para las
que esta era su última oportunidad de acceder a una Ramón y Cajal, pero
lo que no es comprensible es que se diga que está por debajo de la
media», subraya Pajares. Martínez, con 30 años, aún es joven.
«Se lucieron»
Hernando Morata, su director de tesis, apunta en
la misma línea: «Queríamos que regresase a España, pero España le ha
dicho que no, que espere. Creo que se lucieron», se lamenta.