Unos estudiantes daneses han realizado recientemente un experimento para responder esta duda de una vez por todas. Los jóvenes compraron semillas de lechuga y las separaron en dos grupos. El primero fue cultivado en una habitación sin ningún tipo de onda electromagnética. El otro, en una habitación con ondas WiFi.
El resultado fue del todo concluyente: las semillas del primer grupo crecieron de forma natural, mientras que las otras no consiguieron hacerlo de la misma forma.