MIGUEL ANGEL Toledano 17/09/2012
Ha oscurecido y la piscina va quedando envuelta por un manto azul
intenso sobre los peces de plata que refulgen con intensidad en la
superficie del agua. Ella sale desnuda y, dando un paso, va
introduciendo el brazo en un albornoz esponjoso que reposa sobre su
hombro, la cabeza ligeramente inclinada, y la va cubriendo lentamente.
Más para secarse que para ocultar su joven y hermoso cuerpo que se
muestra natural y felino aun cuando no sea consciente de ello. Sabe que
la están fotografiando, y por ello no se ha mojado los cabellos y
mantiene rojos sus labios, pero en realidad ella está ajena, como si
estuviese sola.
André de Dienes era un joven fotógrafo y uno de
los primeros novios de una jovencísima Norma Jeane. La pareja realizó
algunos viajes que él aprovechó para captar imágenes de la incipiente
modelo. Años después salió a la luz un diario del fotógrafo donde
aparece el magnetismo que ya proyectaba aquella inocente joven todavía
sin su cabello de color dorado. Poco después cambiaría su nombre y
comenzaría el esplendor y la historia de la ambición rubia, de quien
todo lo tuvo para terminar sin nada, de aquella niña que acariciaba las
palabras como un gato, llena de sensualidad e ingenuidad, de esa chica
que no lograba dormir y que murió joven, con un cuerpo aún bonito, en la
derrota sentimental, el desamparo y la soledad. Isabel Coixet nos ha
recordado en la conmovedora Vidas robadas , su última
película, el arrobo, la ternura en los ojos de Marilyn, Montgomery Clift
mirándola con morfina, alcohol y angustia, sus tres compañeras. La voz
de Gable diciendo: "No ves los puñales que oculta la gente". Una
película de hombres perdidos que encuentran a una mujer aún más perdida y
que sigue siendo una cinta imperfecta, fascinante, bella y triste.
Palabras de amor para esa hermosa, adorable, herida criatura que fue
Marilyn Monroe.