El toque de Tomatito inaugura una larga fiesta dedicada al cantaor de
San Fernando en la que participan Estrella Morente, Kiko Veneno,
Duquende, Pepe de Lucía y La Susi
El fuego de los acordes, el calor de la tierra, el aire de los quejíos,
la madera de la guitarra, la chispa del flamenco. Y fruto de esa unión,
un homenaje al cantaor más grande del último siglo, José Monge Cruz,
Camarón de la Isla. Una hoguera se encendió en la plaza de Las Tendillas
para dar comienzo a la quinta Noche Blanca del Flamenco, una madrugada
cargada de recuerdos al artista de San Fernando.
Tomatito fue el encargado de encender la llama en Las Tendillas.
Y por primera vez la guitarra inauguró este acontecimiento. Los 32
grados que marcaba el termómetro de la céntrica plaza subían a medida
que uno se acercaba al escenario. Con un simple soplido las chispas
comenzaron a saltar.
Tomatito, que acompañó a Camarón en sus últimos 18 años de
vida, apareció con camisa blanca y con ganas de traer a la memoria la
grandeza del cantaor. Lo conoció cuando apenas era un adolescente, con
16 años, y las enseñanzas del maestro quedaron grabadas en él para el
resto de su trayectoria. Fue su referente, su Luz de guía, como bautizó a su espectáculo de anoche.
El guitarrista quiso demostrar esta unión con Camarón, que ha
superado la barrera del tiempo y de la muerte, haciendo un recorrido por
sus trabajos, que parten de Rosas del amor y llegan a Sonanta Suite.
Las tarantas, bulerías, rumbas e incluso tangos argentinos avivaron la
llama de esta hoguera flamenca que calentó el ambiente en Las Tendillas.
Tema tras tema, la temperatura subía. El calor humano, el calor de la
guitarra, el calor del homenaje...
Tomatito no estuvo solo en el escenario, se presentó en
formación de sexteto junto a Cristóbal Santiago (segunda guitarra),
Lucky Losada (percusión), Morenito de Íllora y Simón Román (cante) y
José Moya (baile), que lo acompañaron por este viaje musical por su
vida.
Pero antes de que el guitarrista saliera al escenario una niña interpretó La leyenda del tiempo,
una canción mágica y hechizante basada en un poema de Federico García
Lorca. Ésta fue la primera de una larga serie de grabaciones en las que
Tomatito apoyó con su guitarra la voz de Camarón.
La lumbre ya estaba viva, un fuego purificante que durante toda
la madrugada celebró el 20º aniversario de la muerte de Camarón de la
Isla y que artistas como Estrella Morente, Duquende, Kiko Veneno, Pepe
de Lucía o La Susi, entre otros, se encargaron de mantener encendido. Al
cierre de esta edición no se habían producido incidentes destacables.
Tras esta inauguración de lujo la atención se desplazó a las
00:30 hacia otros dos focos: el Teatro de la Axerquía y el Compás de San
Francisco. En el coliseo al aire libre la elegancia y belleza de
Estrella Morente, tanto estética como vocal, congregó a cientos de
personas -a pesar de que este año la entrada a este concierto no era
gratuita-. Más candela para esta hoguera que duró hasta casi el
amanecer.
La de anoche no era una actuación cualquiera para la artista
granadina. Llegaba a Córdoba a homenajear a Camarón de la Isla, al que
tuvo la oportunidad de conocer en su infancia, y sobre todo venía en
nombre de su padre, Enrique Morente, que fue buen amigo del cantaor de
San Fernando. Con esta conjunción las expectativas eran altas pero el
vigor y la pasión de Estrella Morente siempre lo son más.
Y mientras la voz de la cantaora sonaba en el Teatro de la
Axerquía, Duquende cantaba a Camarón, el que fue su descubridor
artístico, en el Compás de San Francisco.
Más tarde, a la 01:00, el flamenco llegó a la plaza de la
Corredera con la Jesusito Gómez Band y la voz de Cristina Pareja, que
acercaron a Camarón al público a través de adaptaciones de algunos de
sus temas más conocidos como Nana del Caballo Grande, La Tarara, Rosa María, Nuestros sueños, La leyenda del tiempo o Como el agua. Y al mismo tiempo, Paco de Dios y José Manuel Hierro encabezaron el montaje La leyenda, un repaso a la obra de José Monge desde lo más ortodoxo a lo vanguardista.
La hoguera iba creciendo con cada actuación, con cada palma, con
cada taconeo, rasgueo de guitarra, cada quejío y cada ole. Y llegadas
las 02:00 necesitó más madera. Kiko Veneno fue el encargado de echársela
en la plaza de la Corredera. El artista, que fue uno de los artífices
de La leyenda del tiempo, un disco con el que Camarón cambió el
flamenco moderno, llegó junto a la Banda del Retumbe para hacer un
recorrido por su repertorio.
Más tarde, la música se trasladó hasta la Judería con un
espectáculo en la plaza de Abades del grupo Caravana, surgido a partir
de la compañía de baile flamenco Joaquín Ruiz; y con el espectáculo de
Diego Guerrero y su Solar de Artistas en la plaza de Jerónimo Páez.
El fulgor de esta madrugada flamenca se desplazó a las 04:30
hasta la plaza del cardenal Salazar, donde el cantaor montillano Antonio
Mejías ofreció un recital; mientras que el fin de fiesta una vez más
fue en la plaza del Triunfo, con Pepe de Lucía y La Susi, que se
encargaron de guardar la llama de este homenaje al que fue su gran
amigo.
Pero La Noche Blanca del Flamenco también incluyó otras
actividades paralelas como el concierto que Álvaro Ruiz Serrano ofreció
en el Museo Arqueológico, o el ciclo Camaroneando en la Ribera, con el espectáculo Magia por bulerías, el pasacalles flamenco Entre agua y gitanas,
de Juana Martín; la sesión de DJ José Matador y una cajoneada flamenca.
Otro de los centros de atención estuvo en la explanada frente a la
calleja de la Luna, donde acudió Luis Monge, hijo mayor de Camarón, para
participar en Amanece por bulerías junto a los Cherokee, Alonso Rancapino, Añil Fernández, Manolo Plantón y Lin Cortés.