Juan Carlos Monedero es uno de los principales 'culpables' de las
grietas abiertas por Podemos en la política acartonada dominante. En
esta
entrevista
habla de la necesidad de revisitar la historia, de patriotismo, de cómo
hacer para no acabar como Allende, de separatismos, de trepas y
arribistas, de la lucha armada. Porque está seguro que Podemos va a
gobernar este país.
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Juan Carlos Monedero |
Gobernar. Es absolutamente evidente que vamos a gobernar este
país en sus diferentes niveles. Absolutamente evidente. Todas las
encuestas lo dicen y, cuando nosotros salimos, dijimos que no veníamos a
empatar, que veníamos a ganar el partido. Y ahí somos coherentes.
Salimos a por todas.
La izquierda. La izquierda, la izquierda real, ha estado durante
mucho tiempo acomplejada. Ha estado durante mucho tiempo siendo rehén de
su pasado. Nosotros hemos querido superar muchos de esos cuellos de
botella, entre ellos el de seguir hablando de derecha e izquierda cuando
eso induce más a confusión que a claridad. Hemos, igualmente, superado
los candados de tener que cargar el lastre de las medallas del papel de
nadie durante la Transición. Y hemos superado un tercer lastre esencial,
que era un lastre generacional. Ha habido muy poca generosidad en la
izquierda, y hay gente que ha estado marcando la pauta desde hace
treinta años sin ningún atisbo de generosidad para dejar el paso a
nuevas generaciones. Sólo lo ha hecho cuando ya no había más remedio.
Orígenes de Podemos. Somos muy conscientes de dónde venimos. Uno
de los elementos centrales en nuestra reflexión es la recuperación de la
Historia. Hay dos libros sin los cuales yo no estaría en Podemos; uno
es 'La Transición contada a nuestros padres', donde hago un repaso de mi
propio país, de la Transición y de todo lo ocultado anterior que no me
permitía entender dónde estamos ahora mismo. Y, después, el 'urgente de
política para gente decente', que era un poco el análisis de la política
del siglo XXI. Sin el libro de la Transición, yo no me podría explicar
cómo es mi país. Mi país, fíjate, me he tenido que ir fuera para
entenderlo, porque tuve que ir a hacer la tesis a Alemania y luego me
tuve que ir a la periferia, a América Latina, a mirar. A mirar nuestro
propio país reflejado también en la herencia colonial que dejamos en
América Latina. Sin la recuperación de la Historia es imposible que
nosotros estuviéramos aquí. Por tanto, nadie va a escucharnos jamás
decir que venimos de la nada. Nunca. Nunca. En absoluto.
Nuevo discurso. Es verdad que hemos tenido que plantear discursos
nuevos. Hemos tenido que revisitar los relatos de nuestro país. Aquí
había una serie de relatos que eran profundamente mentirosos, y o
revisitábamos esos relatos, o no podíamos avanzar. Teníamos en mente lo
ocurrido en Alemania. En Alemania, los nietos del fascismo, sobre todo a
raíz del libro de Daniel Goldhagen 'Los verdugos voluntarios de
Hitler', revisitaron su propio pasado, porque había una mentira nacional
que quería dejar de lado la historia del nazismo y echarle la culpa a
cuatro miembros de la Gestapo, cuando fue todo un pueblo el que cayó
rehén de esa locura. Y los nietos de ese pueblo, para construir una
sociedad más sana, tuvieron que revisitar su pasado. En Portugal, tienen
que revisitar todo lo que fue la Revolución de los Claveles para poder
avanzar. En Italia, tienen que revisitar toda la construcción de la
posguerra y ver cómo todos los partidos se unen para evitar que el PCI
avance. En Grecia, Syriza tiene que retrotraerse a la guerra civil
después de la segunda guerra mundial, cuando el bloque occidental tiene
que machacar a la izquierda porque a Grecia le ha tocado en los repartos
de Yalta y Potsdam estar en el bloque occidental. Tú en Grecia no
puedes montar Syriza si no haces una revisión de la historia griega.
Eso, aquí, lo hemos hecho nosotros.
Revisión de la historia. Esa revisión ha consistido en entender
los cuellos de botella de nuestro país: el papel de la Iglesia, nuestra
supeditación a Europa, las diferencias territoriales que hay en
España... Fíjate que el relato centralista nacionalcatólico nos impide
entender en buena parte de España qué ocurre en Cataluña, o en el País
Vasco, o aquí mismo, en Asturias. No puede ser que alguien en Cáceres le
pregunte a un catalán si es verdad que en su casa habla catalán con sus
hijos, porque eso implica un vacío de comprensión de tu propio país.
Pero eso es porque nadie te lo ha explicado, porque no está en los
libros de historia, porque no está en el relato oficial de un país cuyo
relato oficial es el relato de los vencedores.
Reacción de las élites. [Para no acabar como Allende] Apelar a
las mayorías. Decir a la gente que si nos vota simplemente para que les
demos lo que ya no les da ni el PSOE ni el PP, que no nos voten; que si
nos votan sea porque al día siguiente estén dispuestos a estar en la
calle defendiendo el proyecto que nosotros significamos. Tener un
proyecto de país, y dejar claro a sectores para los cuales esto es muy
sensible, como el Ejército o la Policía, que han regalado España; que
aquéllos a quienes se les llena la boca de patria han vendido el
territorio a bancas extranjeras, a multinacionales... Hemos visto, por
ejemplo, cómo querían hacer un paraíso fiscal para instalar en España
Eurovegas.
Patriotismo. Sí, afirmamos que la patria son los ciudadanos y las
ciudadanas. No queremos dejar a los defensores de esta almoneda de
España, de esta venta de nuestro país, la reivindicación de la patria.
Los que están rompiendo España son ellos. El Partido Popular es una
fábrica de independentistas, y el PSOE un boxeador noqueado que se
abraza al PP para no caer en la lona, y se convierte igualmente en una
fábrica de descreídos, de descontentos y de independentistas por su
falta de convicción en el federalismo, que llega tarde y mal. En
consecuencia, yo estoy convencido de que los únicos que podemos salvar a
España por nuestra convicción federal somos nosotros, porque somos una
fuerza federalista sincera y creíble. Las dos cosas. Sincera, porque
entendemos que podría perfectamente el Tribunal Constitucional estar en
Barcelona, y podría estar perfectamente la Comisión Nacional del Mercado
de Valores en Vigo. Mientras no entendamos eso, no entenderemos una
España federal. Somos sinceros y somos creíbles, porque en Cataluña o el
País Vasco, los sitios donde hay una identidad más fuerte, saben que
nosotros estamos a favor del derecho a decidir, y sabemos que los
pueblos diferentes que configuran España no pueden estar en este
encuentro que llamamos España sin su propia voluntad.
Independentismo. Cuando tu pareja no te quiere, tú no puedes
hacer que te quiera a golpes, ni puedes apelar a una Constitución hecha
cuando había ruido de sables en España. Quienes quieren solventar estos
problemas de convivencia con amenazas, o recurriendo simbólica o
realmente a la violencia, no han entendido nada. Son independentistas y
son los que están rompiendo España. De todas maneras, las cosas no son
blanco o negro casi nunca. No te despiertas un día y se ha declarado la
independencia. Yo creo que la independencia de Cataluña sería un
desastre, para ellos y para el resto del Estado, porque no es
gestionable, porque generaría demasiados problemas de muy difícil
solución. Habría que pactar, por ejemplo, las deudas. Hay que pactar las
cuencas hidrográficas... Es que es muy complicado, y también hay un
decantado histórico de esto que llamamos España que no se puede ignorar a
no ser que, como ocurre en Cataluña con Artur Mas, tu declaración de
independencia sea un nicho electoral, que eso genera muchos problemas.
Al final nos encontramos a la derecha haciendo un nicho electoral del
odio a los catalanes y a Artur Mas haciendo un nicho electoral de la
declaración de independencia. Me interesa mucho más el sustrato de fondo
que hay en la sociedad catalana y el sustrato de fondo que tenemos que
crear en el resto de la sociedad española para hacerles entender que
basta que sinceramente creamos en el derecho a decidir para que los
catalanes no quieran marcharse. Una de las cosas más hermosas que me han
pasado durante la campaña es gente que me escribe diciéndome que "si
España es Podemos, yo no quiero irme de España".
Contra trepas y arribistas. Un código ético, que está ahora mismo
en discusión, en el cual establezcamos las líneas rojas que no se
pueden traspasar. Al mismo tiempo, la capacidad máxima de decisión que
tienen las asambleas. El advenedizo tiene que convencer a todo el
círculo, y es más complicado que todo un círculo sea víctima de las
argucias de un arribista. Pero hay problemas que entonces, ¿sabes?, no
tienen solución, ¿no? Si alguien de repente es racista, fascista, tiene
una serie de cuestiones que claramente se alejan de nuestro ideario,
estará fuera de Podemos. La comisión de garantías, o como se llame, que
exista, tomará cartas en el asunto. ¡Pero tenemos que confiar en la
gente! Es que si no confiamos en la gente, no hay solución. No hay
soluciones mágicas. Tienes dos, o tienes tres: confiar siempre,
plenamente, en las asambleas; confiar en una vanguardia o buscar un
mecanismo entre ambos lados, que es lo que nosotros estamos intentando.
Pero en este tipo de cuestiones es la inteligencia social la que los
tiene que solventar. Ahora bien, tenemos que estar muy, muy atentos.
Tenemos una reflexión pendiente acerca del riesgo terrible de que
lleguen muchos arribistas a Podemos. La política atrae a lo mejor y a lo
peor. Y lo bueno es que lo sabemos. Por lo tanto, estableceremos las
vacunas previas para evitar esa epidemia.
Lucha armada. Radical oposición. No tiene sentido. Si no tiene
sentido en América Latina, que tiene en algunos países tasas de pobreza
del 60%, no te digo ya en Europa, donde la situación no es en absoluto
comparable. La lucha armada tiene sentido, como reconocen algunas
Constituciones del mundo, cuando se está acabando con la democracia. El
derecho de resistencia está hasta en la Constitución alemana. Si de
repente hay alguien que da un golpe de Estado, tienes derecho a
levantarte en armas contra esa gente que quiere subvertir la democracia.
Ahora bien, salvo en esos casos, la lucha armada es un anacronismo en
Europa. No tiene legitimidad, no tiene apoyo popular, y una lucha armada
que no tiene apoyo popular, que no tiene el reconocimiento ciudadano,
se llama terrorismo.
Pesimismo esperanzado. Lo que sabemos es que es necesario
[cambiar el sistema]. Y cuando sabes que algo es necesario, tienes que
ver cómo se hace posible. Yo creo que el sistema está expulsando a
demasiada gente a los bordes del camino. ¿Puede sobrevivir una sociedad
con la mitad de la población en estado de pobreza? Sí. Lo vemos en
América Latina ahora mismo. Y también vemos que en Europa es posible que
nos retrotraigamos a situaciones de los años veinte. Pero aún así, lo
veo complicado, porque tenemos poblaciones mucho más formadas, tenemos
medios de comunicación alternativos que nos permiten un nivel de
comunicación que no hemos tenido en otros momentos de la historia,
también en lo que respecta al transporte... Creo que todo eso construye
una esfera pública más virtuosa, y en ese sentido soy pesimista, pero
soy un pesimista esperanzado, porque ellos tienen los bancos, los medios
de comunicación, el Ejército, las universidades, las editoriales...,
pero también, como decía al comienzo, veo muchas grietas, y las grietas
marcan la tendencia... A la gente se le está saliendo el corazón con
Podemos. La gente está identificando que somos una oportunidad de
cambiar una sociedad que no nos está gustando. Es un desafío lleno de
alegría, y como decía Víctor Hugo, en una frase que repetía mucho Marx,
nada tiene más fuerza que una idea cuando le ha llegado su hora.