Es una pregunta que todos nos hemos hecho: si el dinero no fuera una
limitación, ¿qué haríamos? Las respuestas son muy variadas, desde
comprarse un piso hasta dejar el trabajo, pasando por recorrer el mundo o
comprar sin medida. Sin embargo, pocas veces somos verdaderamente
conscientes de
lo abrumador o complicado que puede ser manejar una gran fortuna.
Callie Rogers
fue la británica de menos edad que ganó la lotería: cuando tenía 16
años recibió 1.9 millones de libras (más de 2 millones de euros), y lo
que pudo solucionarle la vida le trajo más disgustos que beneficios. A
día de hoy esta joven de 26 años tiene apenas 2000 euros en su cuenta
bancaria y está preparándose para ejercer como enfermera. ¿Qué ha pasado
en estos diez años con su fortuna?
Una fortuna muy poco afortunada
Durante su relación con Nicky Lawson gastó cerca de 289.000 euros en cocaínaLa
joven confiesa que cuando ganó la lotería dejó su trabajo y gastó la
mayor parte de su dinero en fiestas, drogas, cosméticos, cirugía,
vacaciones y regalos. Collie se operó los pechos con el dinero recibido y
posó para la revista Closer magazine desnuda, tapando las partes más
privadas de su cuerpo con cientos de billetes. Callie conoció al poco
tiempo a
Nicky Lawson, padre de sus dos hijos mayores, y
reconoce que durante su relación gastó cerca de 289.000 euros en
cocaína. Esta británica reconoce que sentía la presión de tirar la casa
por la ventana y llevar una vida dirigida por la fiesta constante y el
glamour. “De repente, era una estrella local”, afirma Callie, “y la
gente se acercaba a mí en los bares como si yo fuera su mejor amiga, así
que
sentía la presión de tener que invitarles a todos a copas. No sabía en quién confiar”.
Así,
la fortuna de Callie fue menguando y la joven se quedó sin el dinero
del premio. Ahora tiene 26 años, está intentando ser enfermera y busca
en Tesco, la famosa cadena de supermercados británica, las mejores
ofertas. Su mayor lujo a lo largo de la semana es pedir comida para
llevar el viernes por la noche. No obstante, la joven confiesa ser mucho
más feliz que antes. Vive en un modesto piso de tres habitaciones en
Workington con su nueva pareja, el bombero Paul Penny, y su hijo Blake.
“Paul no tenía ni idea de quién era yo o de si había sido millonaria”,
cuenta Callie, y recalca que su nuevo compañero se enamoró de ella, no
de su dinero.
Una nueva vida
Ahora Callie es una orgullosa madre de familia que cuenta feliz cómo su vida gira en torno a sus hijosCuando
echa la vista atrás, esta veinteañera no puede apenas creerse lo que le
ha ocurrido: “Fue hace una eternidad”, piensa, y añade tajantemente que
“era demasiado joven para ganar la lotería. Creo que alguien de 16 años
no debería poder optar al premio”. Era demasiado dinero para alguien
tan joven y, aunque uno cree que nada va a cambiar, al final todo
cambia, y no siempre para bien. La británica afirma que el premio “casi
la derrumba”, y las declaraciones no sorprenden cuando sabemos que
Callie ha intentado suicidarse tres veces enestos diez años.
Una vida llena de fiesta y grandes lujos pero carente por completo de sentido deprimió a esta mujer
demasiado joven como para saber lidiar con todas las posibilidades que el mundo le ofrecía.
En
la actualidad, Callie está muy orgullosa de la vida que lleva. “Somos
una familia normal”, alega, y parece que ese adjetivo la tranquiliza.
“Compramos en Tesco, ahorramos para las vacaciones, nos quedamos en casa
y pedimos comida para llevar”. Las declaraciones no son ya de una joven
perdida en un mundo de sexo, drogas y mucho dinero, sino de una madre
feliz que cuenta alegre cómo su vida “gira en torno a sus hijos”. Ellos
también han tenido que adaptarse a la nueva situación. “Cuando quieren
algo caro, tienen que esperar a que sea su cumpleaños o a que llegue la
Navidad.
Estoy contenta de que crezcan conociendo el valor del dinero”, cuenta Callie.
Parece
que ha conseguido una vida más feliz dotándola de sentido. “Durante
mucho tiempo, no he tenido ninguna meta. Ahora tengo un trabajo y una
vida de la que ocuparme”. Su historia es la prueba fehaciente de que
muchas de las cosas fundamentales de la vida no se adquieren a golpe de
tarjeta de crédito.