Por no tener no tenían ni nombre,
estos juguetes, en vez de en jugueterías o grandes almacenes,
se vendían en los quioscos de golosinas y no incluían las pilas, más que nada porque no necesitaban.
Todos ellos tuvieron su momento de gloria en el que se pusieron de moda y, por su precio al alcance de todos,
no hubo un niño que no jugara con ellos.
Viéndolos hoy, con sus mecanismos tan sencillos, nos cuesta creer que
nos pasáramos horas y horas divirtiéndonos con ellos. ¿Acaso no tuviste
esta
tortuga andadora?
Dardos afilados
Fijaros en su punta afilada, ¿alguien en su sano juicio dejaría hoy
en día jugar a un niño con esto? Pues nosotros nos lo pasábamos pipa
porque se clavaban perfectamente en cualquier sitio. El papel de la
pared de casa completamente agujereada, los marcos de las puertas y o
teníamos demasiada buena puntería o no consigo entender como no acabaron
en el ojo de ningún niño. ¡Qué peligro!
Dardo explosión
En esta otra versión de dardo la punta fue eliminada, en su lugar un
espacio para colocar el pistón que explotaba al lanzarlo contra el
suelo. ¡Qué pestazo a polvora!
Pistolas de agua
Nada que ver con las pistolas de agua actuales, aquí la tecnología
era más bien poca y no podíamos presumir de llegar muy lejos con su
chorro, pero nos servían para beber agua. Eso sí, rápido, que enseguida
empezaban a perder por todas partes.
Mono trapecista
Apretabas sus dos botones laterales y las gomas se tensaban y
destensaban haciendo que el mono diera vueltas. Sencillo, ¿verdad? pues
te podías tirar perfectamente toda la tarde dándole vueltas y vueltas y
manteniendo pulsados los botones hasta conseguir que el mono hiciera el
pino sobre el trapecio. Divertidísimo.
Aviones propulsados por goma
Que sería de todos aquellos primeros juguetes sin la goma elástica.
¡Pedazo invento! Esto no era más que la tecnología del tirachinas
aprovechada para propulsar este avioncito de plástico. Cada uno tenía su
técnica especial para colocar la goma entre los dedos y conseguir que
el avión llegara más lejos.
La armónica del afilador
El afilador nos tenía a todos los niños hipnotizados con el sonido de
su armónica, como si fuera el flaustista de Hamelín, por lo que no es
de extrañar que todos le quisiéramos imitar tocando esta pequeña
armónica de plástico. Imprescindible llevarla a todos lados en el
bolsillo.
Navajas de Curro Jiménez
Con el éxito en televisión de la serie Curro Jiménez todos jugábamos a
ser bandoleros y nuestra arma era esta inofensiva navaja. Porque era
inofensiva, ¿verdad? Después llegaría el puñal cuyo filo salía disparado
al apretar un botón y se escondía al tratar de apuñalar a alguien. El
problema era cuando se atascaba y aquello no bajaba. Vaya, te juro que
yo no quería…
Bola boladora
Reconozco que este era uno de mis favoritos y es que nos parecía
totalmente mágico que esa bolita se mantuviera flotando en el aíre con
tan solo soplar esta especie de pipa. A ver quién tiene el record de
aguantarla más tiempo. Dios mío, qué pulmones.
Diablotín
Los había de letras o de números y no era más que un puzzle de
bolsillo en el que había que ir desplazando las piezas hasta ordenarlas.
Las primeras filas muy fáciles, pero la última era imposible. Basándose
en este mismo mecanismo después salieron puzzles con todos nuestro
personajes favoritos de la tele.
Silbato helicóptero
No soplaras en vano, esto si que era aprovechar al máximo tu soplido.
Por un lado funcionaba como silbato y con el aire restante se
propulsaban las hélices de este pequeño helicóptero de plástico.
Tranquilo, que no lo vas a hacer volar, lo único que estás consiguiendo
es ponerte muy rojo.
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